El desayuno es la comida fundamental del día. Iniciar la mañana con los nutrientes necesarios ayuda a reponer las reservas de energía que se utilizaron durante la noche. La primera ingesta favorece la salud en general y saltearla puede traer consecuencias al organismo. Pero el cerebro en particular sufre procesos específicos cuando no desayunamos.
Mientras que algunos se saltean el desayuno por la práctica del ayuno intermitente, otros simplemente eligen obviarlo por cuestiones de tiempo u organización. Es necesario y sano tener en cuenta que esta práctica afecta directamente el estado de ánimo.
Qué pasa en el cerebro cuando no desayunamos
Cuando decides no desayunar, especialmente si estás en medio de un período de ayuno intermitente, tu cuerpo puede experimentar una serie de cambios, tanto físicos como emocionales, explica el sitio español "Clara".
El profesor de neurociencia e inmunología de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, Gary Wenk, el desayuno juega un rol determinante en el estado de ánimo. Tu cerebro puede experimentar cambios en la producción de neurotransmisores como serotonina y dopamina al saltearte el desayuno.
Esto se origina en una deficiencia de nutrientes que puede incidir directamente en la función cognitiva y emocional. La sensación de hambre, por otra parte, puede contribuir aún más a los cambios de humor que se relacionan a la ausencia de esas hormonas.
La deficiencia de glucosa, componente que adquirimos con el desayuno, puede ocasionar dificultades en la memoria o para encontrar palabras adecuadas en la oralidad. Su ausencia en el cuerpo siempre acarrea consecuencias sobre el rendimiento cognitivo.
Qué desayunar para sentirme mejor
El mismo sitio ofrece una opción para quienes no desayunan pero quieren ingerir algo para evitar las consecuencias de no hacerlo. "Lo que el cerebro prefiere que comas, y cuándo, no siempre es bueno para el resto de tu cuerpo. Un mal desayuno puede tener consecuencias mentales y físicas", explica Wenk.
Un poco de azúcar puede servir en el desayuno. Pero es preferible evitar grasas y carbohidratos. Sería ideal tomar un desayuno que incluya proteinas de calidad como huevos, yogur natural o salmón; carbohidratos saludables como avena integral o frutas; grasas saludables como nueces, chía, aceite de oliva o palta.