En el mundo de la música, el éxito y la exposición suelen ser metas codiciadas. Sin embargo, ¿qué sucede cuando el precio de la popularidad es la salud física y psicológica de los propios artistas? No es un tema nuevo, pero parece actualizarse todos los meses. En consonancia con la crudeza de las redes, cada vez más figuras populares exhiben y comunican las consecuencias de una vida pública “al palo”. Esto, lejos de decepcionar, parece generar empatía entre los seguidores.

Personalidades como Tini Stoessel y Lali Espósito admitieron recientemente haber experimentado ansiedad y ataques de pánico. Karina (La Princesita) habló acerca de sus batallas contra la depresión tras tener una infancia marcada por la violencia familiar. Por otro lado, la cantante La Joaqui se retiró de los escenarios por sufrir estrés traumático.

El pico de presión no es algo exclusivo de mujeres artistas. Luciano Pereyra llegó a estar en coma farmacológico. Ulises Bueno estuvo un año lejos de los escenarios por una bronconeumopatía. Ed Sheeran confesó tener problemas con las adicciones y depresión, lo mismo que René, más conocido como “Residente” de Calle 13. El caso emblemático en la Argentina es el del líder de Tan Biónica, Chano Charpentier.


Se aprecia la sinceridad

Como se ve, el desborde es más común de lo que parece en el mundillo del show. En los últimos días, Emilia Mernes, la mayor referencia del pop nacional en el presente, canceló dos recitales en el Movistar Arena por motivos de salud. La primera vez fue el viernes 3 de mayo ante 14 mil fans: salió en bata y dijo que no iba poder presentarse. “No voy a poder hacer el show de hoy, les quiero pedir perdón de corazón. Intenté hasta el último momento pero realmente me siento muy mal”, manifestó entre lágrimas. La segunda vez, este martes, se bajó con un día de anticipación de la fecha que había programado en Salta.

Emilia Mernes en su recital, el cual canceló entre lágrimas y en bata. /CAPTURA DE PANTALLA

La producción del espectáculo de Mernes contó después que la cantante padece una gastroenteritis aguda. Este es un llamado de atención para ella ya que le dijeron que ponga en pausa sus actividades profesionales. La artista no podrá tocar al menos hasta el 18 de mayo. Es una novedad para alguien que hasta entonces nunca había parado, como había dicho Duki, su pareja, en un stream: “ella va; hace tres shows; no duerme; ensaya; hace baile y se va a una sesión de fotos. Vuelve; se hace la manicura y las cejas; vuelve; duerme una hora; se levanta y da tres vueltas en el aire”.

Pero, al final, parece que los artistas son seres humanos. Y los seguidores deben  enfrentar esa realidad. “Pobre, me siento mal por ella. Creo que los productores son el problema, la explotan demasiado, ya venía con problemas de salud”, comentó la tucumana Irupé Arroyo, que tiene 22 años y es fanática de la cantante. Agregó que en más de una ocasión se preocupó por las condiciones de salud de Mernes. Según su opinión, “todo se debe al exceso de trabajo”.

“La salud de la artista antes era un tema tabú, era algo de lo que no se hablaba”, expresó Rocío Gronda, una fanática de Tini que tiene 19 años. Stoessel es otra artista que suspendió sus shows temporalmente, pero, en su caso, el desgaste está relacionado con cuestiones de salud mental. En diferentes entrevistas, Tini contó que padeció ansiedad, depresión y ataques de pánico. Siempre fue criticada por su aspecto físico. Rocío recuerda la vez en la que Mirtha Legrand la bombardeó con comentarios como “qué flaquita sos” o “¿no comés?”.

Rocío está orgullosa de que Stoessel visibilice ciertas cuestiones psicológicas difíciles siendo “una mujer tan influyente”. “Concientiza sobre la importancia de hablar acerca de la salud mental, ya sea en general, o sobre los problemas que sufrió ella y sigue sufriendo. Es importante que dé el mensaje de que estas situaciones son normales y que es necesario hablar con especialistas para salir de ellas”, opinó la fan.