Quien haya visto los ojos de un chico de la calle no por olvidarlos; si realmente los vio o simplemente miró sin ver. Que me haya visto esos ojos de desolación y terror ya no podrá mirar para otro lado. Como la señora que arrugó la nariz o el señor exitoso que enmarcó las cejas. Porque la pobreza no es una condición natural del ser humano. No la han creado los pobres sino el sistema. Es el dolor profundo, el grito ahogado vuelto mirada. Ya no valen las limosnas y las excusas cínicas. Un chico está mirando el mundo. Un mundo atroz, un mundo estúpido y egoísta. Ya no valen las excusas ni los discursos. No tenemos perdón de Dios.
Arturo Garvich
Las Heras 632 - S. M. se Tucumán