Durante unos segundos, el NRG Stadium de Houston permaneció en un silencio casi sepulcral, solamente alterado por los gritos de los hinchas ecuatorianos (muy inferiores en cantidad respecto a los argentinos). La situación lo ameritaba: Lionel Messi había fallado su penal y Argentina comenzaba con el pie izquierdo la tanda de penales contra Ecuador. Fue ahí cuando, una vez más, como tantas veces en el último tiempo, apareció la figura de Emiliano Martínez.

“Dibu” atajó los dos primeros penales que le patearon (Ángel Mena y Alan Minda) y fue la clave para que Argentina sobreviviera a un susto grande y pudiera avanzar a semifinales.

Que el arquero de Aston Villa tuviera que disfrazarse de héroe no es una novedad para Argentina. Ya desde sus primeras apariciones demostró ser un arquero de equipo (en este caso de selección) grande. Cada vez que lo llamaron, respondió. En la Copa América 2021, en el Mundial de Qatar 2022. Y hasta ahora, también, en la Copa América de Estados Unidos.

Pero esa ferocidad a la hora de atajar, que combina con una personalidad única que contagia alegría entre los argentinos, y vuelve locos a los rivales de turno, debió esperar un largo tiempo para poder tener rienda suelta. Mucho tuvo que luchar Martínez para llegar hasta donde está.

Porque “Dibu” ya mostraba condiciones desde chico, cuando se destacaba en las inferiores de Independiente. No por nada fue uno de los arqueros argentinos en el Mundial Sub-17 en 2009, aunque en ese torneo fue suplente de Ignacio Arce, hoy arquero de Riestra y con pasado exitoso en San Martín. De hecho, en ese año cuando tenía apenas 17, Martínez fue adquirido por el Arsenal inglés tras una buena actuación en el Sudamericano Sub-17.

A partir de allí, vendrían años complicados para el marplatense. Aunque pudo adaptarse a Inglaterra, en el club londinense no le aparecían oportunidades. Por eso alternaba temporadas con pocos partidos en los “gunners”, con préstamos en equipos del ascenso y también un paso por España en el medio. Los años pasaban y, aunque cumplía en sus equipos, no conseguía su oportunidad en la elite.

“Tarda en llegar, y al final hay recompensas”, reza una icónica canción de Mercedes Sosa. Y vaya si lo sabe “Dibu”. Su gran oportunidad llegó recién a mediados de 2020, en plena pandemia.

Bernd Leno, arquero titular de Arsenal, sufrió una lesión que lo marginó de las canchas por un par de meses, Martínez tuvo que reemplazarlo, y lo hizo a la perfección: fue clave en las consagraciones de su equipo en la FA Cup y la Community Shield.

Esos partidos fueron claves para la carrera de “Dibu”.

Habiendo demostrado sus cualidades en el arco de un equipo grande, decidió dejar Arsenal al no tener garantizada la titular. Así recaló en Aston Villa, su equipo hasta hoy.

Ya en su primera temporada, cumplió con creces: superó el récord de imbatibilidad del club en una temporada (estaba en manos del estadounidense Brad Friedel), fue elegido el mejor jugador de los “villanos” en la temporada y el mejor tercer arquero de la Premier.

Esas actuaciones le permitieron ser convocado por Scaloni y hacer su debut con la camiseta de la Selección (en junio de 2021 en un duelo contra Chile por Eliminatorias) días antes del comienzo de la Copa América. Con 28 años, “Dibu”, que ya había recibido un par de citaciones en 2011 y 2019, tomaba el arco argentino para no soltarlo más.

Pese a los cuestionamientos externos hacia Scaloni por preferir al marplatense por encima de Franco Armani, Martínez respondió con creces bajo los tres palos. En la Copa América fue clave para la consagración argentina tapando tres penales en semifinales ante Colombia. En ese partido, empezó a nacer la leyenda.

Por sus dotes como arquero, su seguridad, su gran juego aéreo, sus reflejos bajo los tres palos, su velocidad para leer y anticipar las jugadas, y su buen pie; pero también por su particular personalidad, esa que enamoró a los argentinos y que encabronó a colombianos (y a fanáticos de otras latitudes).

Y por si algún escéptico pensó que fue una de esas actuaciones que se dan una vez en la vida, “Dibu” demostró que estaban equivocados.

Un año y medio después tuvo su actuación consagratoria en el Mundial de Qatar. Dos penales ante Países Bajos; uno en la final ante Francia (además de una salvada impresionante en la última jugada del alargue) fueron sus tapadas más trascendentes. En ese torneo ingresó en los libros de historia.

“Dibu” es uno de los favoritos de la hinchada argentina. Por una parte gracias a sus atajadas; por el otro, por su carácter. En esa actitud “canchera”, que bien podría catalogarse casi de fanfarrona, enmarca una gran confianza en su capacidad. También tiene una transparencia para hablar sin cassette y opinar exactamente lo que piensa, le duela a quien le duela.

Su mentalidad ganadora innata le permitió aguantar años y años siendo un personaje secundario hasta transformarse, probablemente, en el arquero más determinante de la historia de la Selección. Un mote que, partido a partido, defiende con éxito.

Todo eso generó una verdadera revolución en Argentina, sobre todo entre los más chicos que, cada vez más, quieren pretenden imitar a “Dibu”, un ejemplo adentro y afuera de la cancha.