Una historia conmovedora y particular llamó la atención de los tucumanos en las útimas horas. Amalia, una señora de 72 años, asumió hace poco un papel inusual en la plaza Independencia: la mujer se dedica a cuidar la limpieza y el estado de las plantas, todo con la ayuda de un silbato que se convirtió en su compañero inseparable.

Con una sonrisa amable y una energía contagiosa, Amalia contó en LG Play cómo surgió esta iniciativa. "Siempre me ha gustado caminar por las plazas, ver las plantas y el jardín. Me da pena ver que las destrozan. Así que un día decidí hacer algo al respecto", comenta. 

La historia de Amalia se vuelve aún más interesante cuando relata cómo su silbato, comprado por seguridad personal, se convirtió en una herramienta para proteger el entorno. "Un día, vi a unos jóvenes cortando las plantas. Toqué el silbato y todos salieron corriendo", recuerda con una risa. Este acto, aunque sencillo, resonó en la comunidad y llamó la atención de la intendenta Rossana Chahla, quien felicitó a esta mujer por su dedicación y hasta le ofreció su apoyo.

Amalia no es originaria de San Miguel de Tucumán. Viene del interior de la provincia, más precisamente de Aguilares, y se trasladó a la ciudad por motivos de estudio de su hijo. A pesar de no ser de capital, siente un profundo amor por la ciudad y se preocupa por su bienestar. "Antes veía la ciudad muy abandonada, pero ahora está mejorando. Me gusta mucho y siempre recomiendo a los turistas que visiten el norte, que es tan bonito", expresa con orgullo.

Además de su labor como placera, Amalia posee una habilidad especial: habla inglés y japonés, idiomas que aprendió por su familia. Esta particularidad le permitieron -tiempo atrás- actuar como guía ocasional para turistas y conectar con la colectividad japonesa en la ciudad.

PRENSA MUNICIPALIDAD DE SAN MIGUEL DE TUCUMÁN

Daños

Amalia observa que los principales responsables del daño en las plazas suelen ser adolescentes y niños. Sin embargo, ella se dirige a ellos con respeto y amabilidad. "Siempre he dicho que hay que respetar para ser respetado", afirma con convicción.

"Me gustaría que más personas se sumen a cuidar las plazas, aunque sea de forma voluntaria", concluye. Así, con su silbato en mano y una gran dosis de entusiasmo, Amalia continúa recorriendo las plazas de San Miguel de Tucumán, protegiendo su belleza y demostrando que, con pequeñas acciones, se puede hacer una gran diferencia.