El embarazo dura normalmente cerca de 40 semanas, un poco más de nueve meses, contando desde el último periodo menstrual hasta el momento del parto, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Durante este tiempo, la mujer experimenta numerosos cambios físicos y emocionales que evidencian su estado de gestación.
El infalible primer síntoma del embarazo
El signo más evidente de que una mujer está embarazada es la falta de menstruación. Sin embargo, es importante aclarar que no toda suspensión de sangrado indica un embarazo, y algunas mujeres pueden experimentar sangrados ligeros durante los primeros meses de gestación por diversas razones.
Señales tempranas de embarazo
Aunque la ausencia del periodo menstrual es un indicativo clave, hay otras señales y síntomas que pueden sugerir un embarazo incluso antes de la falta de menstruación. A continuación, detallamos algunos de los primeros signos y síntomas del embarazo, según Mayo Clinic:
Falta de menstruación: si una mujer en edad fértil ha pasado una semana o más sin que comience su ciclo menstrual correspondiente, podría estar embarazada. No obstante, este síntoma puede ser engañoso para aquellas con ciclos menstruales irregulares.
Mamas sensibles e hinchadas: al inicio del embarazo, los cambios hormonales pueden hacer que las mamas se sensibilicen y se inflamen. Esta molestia suele disminuir a medida que el cuerpo se adapta a la nueva situación.
Náuseas con o sin vómitos: las náuseas pueden aparecer aproximadamente uno o dos meses después de la concepción, aunque algunas mujeres las experimentan antes y otras nunca las padecen.
Fatiga: durante los primeros tres meses de embarazo, es común que las mujeres se sientan fatigadas. Aunque las causas exactas no están completamente determinadas, se cree que el aumento de la hormona progesterona podría ser el responsable.
Orinar más de lo habitual: en los primeros meses de embarazo, es común que las mujeres orinen con mayor frecuencia. Esto se debe a que el cuerpo produce más sangre durante este período, lo que obliga a los riñones a procesar líquido extra, culminando en la vejiga.