La industria de la moda es una de las más contaminantes del planeta. Se estima que produce el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cifra que supera a la de todos los vuelos internacionales y envíos marítimos combinados, según datos de las Naciones Unidas. Además, el sector es responsable del 20% del desperdicio total de agua en el mundo, un recurso cada vez más escaso.
El proceso de producción textil implica un uso intensivo de recursos naturales. Por ejemplo, producir una camiseta de algodón puede consumir hasta 2,700 litros de agua, el equivalente al consumo de una persona durante dos años y medio. Por su parte, el teñido de textiles genera grandes cantidades de aguas residuales contaminadas con productos químicos, metales pesados y microfibras, que a menudo se vierten sin tratamiento adecuado en ríos y mares.
El problema se agrava con la moda rápida o fast fashion, el modelo de negocio que prioriza la producción masiva de prendas a bajo costo e incentiva un consumo desenfrenado. Las marcas de moda rápida lanzan colecciones nuevas cada semana, generando millones de toneladas de residuos textiles al año. Según el Parlamento Europeo, menos del 1% de los materiales utilizados para fabricar ropa es reciclado. Esto significa que la mayoría de las prendas termina en vertederos o es incinerada, liberando gases contaminantes y tóxicos.
¿Qué es la moda circular y cómo funciona?
La moda circular es un modelo económico diseñado para minimizar los residuos y la contaminación desde la concepción de un producto hasta el final de su vida útil. En lugar de seguir el tradicional sistema lineal de “usar y tirar,” la moda circular se basa en un ciclo continuo de aprovechamiento y reutilización.
Según la revista Vogue, este enfoque propone crear prendas que puedan ser recicladas, reparadas o compostadas al final de su vida útil, sin generar residuos nocivos para el planeta.
En este concepto, las prendas no deben considerarse desechables. Extender la vida útil de una prenda puede reducir la huella de carbono, agua y desechos en grandes porcentajes. Por ello, la moda circular fomenta, en parte, la cultura de reparar y reacondicionar ropa en lugar de desecharla. El upcycling o rediseño de prendas les da una nueva vida. Hoy es una práctica común entre diseñadores y consumidores conscientes.
Además, existen diferentes negocios como alquiler de ropa, plataformas de reventa o las iniciativas de recompra. Muchas marcas como Zara o Jazmin Chebar en Argentina, ofrecen la posibilidad de llevar tu prenda usada que luego se recicla o se vende como ropa de segunda mano.
En este modelo de negocio, los consumidores juegan un papel crucial al tomar decisiones de compra más conscientes y al optar por calidad sobre cantidad. Invertir en piezas atemporales, apoyar a marcas sostenibles y vender prendas que están inactivas son acciones que marcan la diferencia.
Reciclar está de moda
En los últimos años en Argentina, la moda circular dejó de ser un simple gesto ecológico para convertirse en un verdadero fenómeno de estilo. Antes, comprar ropa de segunda mano se consideraba algo poco glamoroso, pero hoy en día es una tendencia totalmente cool y deseada. Celebridades de todo el mundo lucen con orgullo prendas vintage y promueven la sustentabilidad como parte de su imagen.
Además, en términos de moda, apostar por piezas vintage no solo es una decisión consciente con el planeta, sino que también permite acceder a prendas únicas y descontinuadas, imposibles de conseguir en tiendas convencionales. Para los amantes del estilo personal y exclusivo, esta es una oportunidad de destacar sin caer en las modas masivas, evitando vestir las mismas camperas o zapatillas que todos los demás.