Hay momentos en que el cuerpo simplemente “pide dulce”. Es una sensación que se extiende desde el estómago hasta la boca y que muchas veces no desparece hasta que lo atendemos. Difícilmente podemos ignorar los antojos dulces pero ¿por qué a veces se vuelve necesario comer algo azucarado?
¿Dulce o salado? Lo que dicen los expertos sobre el desayuno idealNuestro paladar es el encargado de detectar los cinco sabores básicos donde el principal y el que experimentamos desde que nacemos es el dulce, a través de la leche materna. Este gusto es convencionalmente aceptado por todas las culturas y etnias del globo como uno de los sabores más placenteros. Los alimentos considerados dulces son aquellos que llevan un alto contenido de carbohidratos simples.
¿Qué es el dulce y por qué nos gusta tanto?
El dulce se incluye en un lugar destacado en nuestra dieta ya que en medidas controladas tiene un valor nutricional considerable ya que los carbohidratos son una fuente importante de energía para nuestro organismo. Sin embargo, cuando tenemos la necesidad de comer dulce y esta se vuelve cada vez más frecuente e incontrolada, el exceso de azúcar puede tener efectos perjudiciales para la salud, como el desarrollo de enfermedades como la obesidad, diabetes tipo dos y enfermedades cardiovasculares.
Pero, ¿por qué surgn esta necesidad incontrolable de comer algo dulce? Una buena parte de las razones por las cuales surgen estos antojos se debe a una cuestión química de nuestro organismo, a la vez que piscológica. Los alimentos dulces y grasos crean placer al activar el sistema de recompensa del cerebro. En esta sensación se involucran dos neurotransmisores, la dopamina y la serotonina. Esta última, además, modula tanto nuestro estado de ánimo como nuestra sensación de bienestar.
¿Cuáles son las razones por las que tenemos necesidad de comer algo dulce?
A la vez, cuando nos encontramos en situaciones estresantes o de gran ansiedad, el deseo de dulce puede volverse irremediable. Nuevamente este sabor tiene efectos piscológicos, ya que cuando experimentamos tensiones en nuestro cuerpo se libera una hormona llamada cortisol que provoca aumentos en la presión arterial, glucosa y la frecuencia cardíaca.
De esta manera el cortisol aumenta los niveles de azúcar en sangre, lo que origina una necesidad de mayor consumo de alimentos azucarados y grasas. A su vez la falta de sueño o un mal descanso pueden producir una sensación constante de hambre. El motivo se debe al aumento de los niveles del ya nombrado cortisol y la disminución de la leptina, hormona que nos da la señal de saciedad. Cuando esto sucede, se genera una sensación semejante al hambre en la que nuestro cuerpo solicita alimentos y energía, y uno de los mayores aportes podemos encontrarlos en los alimentos azucarados.
Por último, un estado de ánimo bajo o deprimido puede provocar que los niveles de serotonina sean bajos, lo que produce un aumento de la necesidad de ingerir alimentos con alto contenido de glucosa, como los dulces.