¿Cómo hacer para que un día oscuro brille, aunque sea unos minutos para nuestro prójimo? Es una pregunta en apariencia difícil. Como hacerlo, que decir, ¿cómo puede reaccionar si lo hago? ¿Puedo realmente dibujar, aunque sea unos minutos una sonrisa en un rostro, triste y cansado? Hay tantas cosas que podemos hacer para hacerle el día diferente a alguien, un saludo, una sonrisa, una caricia, una palabra de aliento. Vivimos tiempos convulsionados, apresurados por llegar temprano a nuestras obligaciones, apurados por salir y llegar a nuestros hogares, para que al día siguiente y al siguiente hagamos exactamente lo mismo, pasamos inmunes al lado del triste, del abatido, sin que nos conmueva sus ojos acuosos, su paso cansado, su mirada de desaliento, pero este trato no se limita a personas desconocidas, este trato lo  estamos trasladando a nuestros afectos, porque hoy en dia estamos comunicados por las redes sociales, pero nos falta tiempo para charlar, para mirar a los ojos y escuchar los distintos matices de voz, que el ser humano es capaz de expresar, no nos olvidemos que por SMS no se puede abrazar, y que por Facebook no se puede tomar una mano entre las tuyas o besar, que las miradas que dicen mil palabras, por WhatsApp, no se ven. Tratemos de compartir más tiempo con nuestros afectos, tiempo real, tiempo de verdad, no virtual, por más trabajo y ocupaciones un café entre amigos, una reunión siempre es posible. Hay ancianos, enfermos o personas solas que se sienten vivos y queridos cuando se los visita, cuando se les habla y escucha, la soledad es la peor de las tristezas, cuando la vida la impone. Dice una frase, que endulzar las penas ajenas, suaviza las propias. Tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten. Y seguramente nuestros días serán diferentes. Nos propongamos empezar cambiando el día a un ser querido, con un detalle, algo que no sea parte de nuestras actitudes habituales, una visita inesperada, si hace mucho no los vemos, un ramo de flores, un libro, un chocolate, si nunca lo hicimos, un te quiero, un abrazo y un beso sin motivos, solo por el privilegio de tenerlos. Y vamos a ver como su rostro se ilumina y nuestro corazón se ensancha. Porque en un mundo donde todos perecen invisibles, que alguien te vea y te trate con amor y respeto, hace la diferencia. Donde esa persona, identifiqué la tristeza, la culpa, el dolor, o la desesperanza, detrás del mal humor. Puede cambiar no solo el día, a veces la vida.

Elisa Angélica Pombo 

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