“Nunca quise balearlo. Lo único que hice es tratar de sacar el arma porque vi a dos en una moto que querían dispararme”, dijo el adolescente de 16 años que está acusado del homicidio de su amigo de 31. El acusado estará alojado en el Instituto Roca durante 30 días, según lo ordenó el juez Niños, Niñas y Adolescentes.

El sábado, pasadas las 20, los vecinos de un sector del barrio Alejandro Heredia escucharon el sonido de un disparo. Salieron del interior de sus domicilios y observaron al menor tratando de ayudar a su amigo. “¡Fue un accidente! No quise dispararle”, habría gritado en más de una oportunidad. Edgar Oscar Antonio Moreno (31) fue trasladado de urgencia al Centro de Salud donde los médicos no pudieron salvarle la vida.

Por orden del fiscal Carlos Sale, el adolescente quedó aprehendido. El domingo por la tarde, se realizó la audiencia de formulación de cargos. La auxiliar fiscal Luz Becerra acusó al adolescente de al adolescente el delito calificado provisoriamente como homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, cometido con dolo eventual y en calidad de autor.

Testimonios

Los testimonios recogidos por personal de Homicidios al mando de los comisarios Susana Montero, Juana Estequiño, Diego Bernachi y Miguel Carabajal, jugaron a favor y en contra del adolescente. Ninguna de las personas dijeron que el joven haya tenido intenciones de matarlo, ya que eran amigos desde hace mucho tiempo y que siempre estaban juntos. “Además quedó probado que él quiso ayudar a la víctima y fue el primero en pedir auxilio”, aseguró Becerra.

La representante del Ministerio Público aclaró además que el acusado nunca tuvo problemas con la ley, pero sí que varios testigos indicaron que desde hace bastante tiempo que el adolescente portaba una pistola nueve milímetros que no tenía problemas en mostrarla y realizar disparos al aire en plena vía pública. Esa fue la razón por la que decidieron acusarlo de homicidio con dolo eventual, es decir, que sabía de las consecuencias que podría generar con el arma que portaba.

En la audiencia, que estuvo cerrada a la prensa por los defensores del imputado, surgieron otros detalles a los que LA GACETA pudo acceder de manera exclusiva. Uno de ellos es que el menor se crió en el barrio Alejandro Heredia, pero él y su familia tuvieron que mudarse al barrio Victoria porque habían sido amenazados por el clan Contreras. Se trata de un grupo que está sospechado de dirigir una red de narcomenudeo en el lugar donde se registró el homicidio. Testigos confirmaron que el adolescente les dijo que portaba el arma para defenderse.

La polémica

Tal como estipulan las normas en causas en las que están acusados menores, en la audiencia se leyó el informe elaborado por los profesional del Centro de Admisión y Derivación (CAD). Los especialistas detallaron que el adolescente estaba con un cuadro de estrés postraumático y angustiado por la situación que había vivido. También sostuvieron que era un adolescente que contaba con la contención de sus padres.

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El juez de Niños, Niñas y Adolescente Federico Moeykens se mostró sorprendido por la afirmación de los profesionales. “Evidentemente no era contenido porque estaba en lugar alejado de su domicilio y además, tenía desde hace tiempo un arma en su poder”, argumentó y pidió la inmediata intervención de los profesionales de la Subdirección de Adolescentes en Conflicto con la Ley de la Dirección de Niñez. Adolescencia y Familia (Dinayf).

El magistrado aceptó parcialmente lo solicitado por la representante del Ministerio Público, pese a los rechazos de los defensores. Considero ajustada la acusación y ordenó que sea internado en el Roca por 30 días, no por 60 como le habían solicitado. Además, instó a todas las partes a que el trámite sea cerrado a través de una solución alternativa.