“Es un reconocimiento al cine argentino. Si pude ser actor es porque mi país cree en las fantasías y porque se armaron estructuras para que ellas puedan ser plasmadas. El Gobierno actual está empecinado en llevar a cabo un plan de destrucción de la industria nacional y con eso se lleva puesta la cultura. Podrán intentarlo, pero no nos van a destruir ni a borrar nuestra memoria o nuestro futuro”.
De este modo habló ayer Nahuel Pérez Biscayart al recibir en el festival de San Sebastián el premio a la mejor película en la categoría Horizontes Latinos por “El Jockey”, el filme de Luis Ortega que se exhibe en salas tucumanas.
El actor protagoniza la película, pero su discurso no se centró en agradecimientos o méritos, sino en la denuncia sobre la situación que se atraviesa en el sector audiovisual. “Los que se creen muy pillos y militantes de la libertad, detrás de ese autoengaño en que viven y del odio que profesan, tienen mucha soledad. El amor que produce juntarnos para filmar es más fuerte que todo desprecio. Este premio demuestra que el cine argentino se ve, gusta, se exporta, atrae inversiones y deja dinero al país, para aquellos que sólo miran con ojos mercantilistas”, agregó, y recordó a Daniel Fanego.
En la transmisión internacional, antes de que comience la gala, de entrada se marcó la posición que sostenía institucionalmente desde el festival cuando se llamó a “luchar contra quienes ven al arte como un enemigo”. Durante todo el evento, incluyendo una jornada especial y hasta su cierre, se expresó preocupación sobre la situación del cine argentino a partir del achique del Incaa y de las políticas oficiales del Gobierno de Javier Milei.
El transcurso de la gala confirmó esa tendencia, con un segmento de la gala reservado para expresar el contundente apoyo a la producción nacional, con un resumen de los distintos actos en el país vasco que se refirieron a la situación y destacando que hubo 16 filmes en competencia y nueve en proyectos.
La presencia de figuras argentinas fue una constante en distintas instancias, como Agustina Carri de jurado del premio para estudiantes y Leila Guerriero en la categoría principal, o Joaquín Furriel presentando un galardón. La Concha de Plata al mejor guión fue para “El llanto”, de Pedro Martín Calero, quien reivindicó que su filme era “la mitad argentino” y validó la labor de promoción del Incaa.
Dentro del Premio de la Industria, el más importante fue para “Un cabo suelto”, coproducción entre Uruguay y la Argentina dirigida por Daniel Hendler; sección en la que además hubo distinciones para “Los dos paisajes”, de Francisco Lezama. A su vez, “Reas”, dirigida por Lola Arias, se alzó con el Sebastiane en su relato de la experiencia de mujeres y personas trans en cárceles argentinas en formato musical.