Por Carlos Cámpora
Para LA GACETA - BUENOS AIRES

La primera de las clases tratada en la obra (Buenos Aires, vida cotidiana y alienación) es “Las burguesías”, utilizando el autor el plural para dar a entender que existen distintas fracciones de clase dentro de ella. Así, distingue la burguesía agropecuaria y la burguesía comercial de Buenos Aires, que constituían grupos diferenciados y que terminan uniéndose: “Esta burguesía unificada y estrechamente ligada desde su nacimiento a los intereses del imperialismo inglés, estas doscientas familias de apellido tradicional que, desde entonces, gobernarían al país bajo las formas del despotismo ilustrado, aclamadas por sus admiradores como una ‘aristocracia’ de ‘rancia estirpe’ y repudiada por sus enemigos como una oligarquía opresora” (Sebreli, 1964: 25).

Esta “burguesía unificada” pasaría a constituir la “vieja burguesía” que se diferencia de una “nueva burguesía” que estaría compuesta por grupos heterogéneos, entre los que se destaca la burguesía industrial: “Mucho menos homogéneas que las viejas, están compuestas por los miembros más destacados de las profesiones liberales provenientes de las clases medias, altos burócratas, afortunados comerciantes, el grupo específico de la ‘industria de la diversión’ (…) Ninguno de estos grupos alcanza, sin embargo, la cohesión y la importancia de la nueva burguesía industrial de origen artesanal y enriquecida durante el proceso de industrialización de la década peronista” (Sebreli, 1964: 58 y 59).

En el análisis de la burguesía, Sebreli destaca distintos aspectos que la particularizarían. Así, menciona el tipo de viviendas que poseen, las variedades de apellidos y sus combinaciones, los deportes y juegos que practican, los lugares de encuentro (desde las confiterías tradicionales a los lugares nocturnos de moda), él léxico y la forma de pronunciar las palabras, el estilo de vestimenta que utilizan, los establecimientos educativos donde concurren. Debemos señalar que, así como desarrolla estos aspectos que considera típicos de la burguesía, el autor procede de la misma manera con cada una de las otras clases sociales.

Asimismo, los diversos aspectos mencionados que caracterizarían a la burguesía se suman a su ubicación geográfica (su “ecología”), incrementando así el comentado “acercamiento concreto” a cada clase social.

La segunda de las clases tratada por Sebreli es la clase media. Como en todos los casos comienza con su “ecología”, pero a poco de avanzar con la lectura se ve una diferencia marcada con respecto a la presentación “ecológica” de los otros capítulos: “Surge así el departamento pequeñoburgués: frentes fastuosos y trasfondos tristes y sombríos para una clase que vive de las apariencias la sordidez arquitectónica de los inmuebles pequeñoburgueses concuerda con la mezquindad de sus vidas cotidianas (Sebreli, 1964: 67 y 68)…A pesar del relativo valor urbanístico e higiénico que pueden tener, estos barrios rechazan por su medianía (…) que constituyen el atractivo de los barrios viejos y no planificados de la ciudad. Éstos pueden engendrar, a veces, el crimen, pero aquéllos engendran inevitablemente el tedio, la tristeza, la angustia” (Sebreli, 1964: 69).

En estos pasajes ya se advierte el tono que predominará a lo largo de todo el capítulo. Si bien es cierto que Sebreli se caracteriza por su carácter crítico, en el tratamiento de la clase media su cuestionamiento alcanza una marcada aspereza. Se advierte ya en estos fragmentos una fuerte carga negativa, sea mediante el uso de adjetivos calificativos (“tristes y sombríos”) como en el empleo de sustantivos abstractos (“sordidez”, “mezquindad”, “medianía”, “el tedio, la tristeza, la angustia”). Aunque el autor halla elementos para criticar en todas las clases tratadas, queremos destacar que en el abordaje de la clase media adquiere una severidad mucho mayor que en las otras.

*Adelanto de “El incansable polemista” (Biblos).