En un giro inusual de los acontecimientos, tres alumnos del último año de la carrera de Arquitectura rindieron su tesis y se graduaron con 10 en el Hospital Padilla. Ese hecho insólito ocurrió este jueves y LA GACETA estuvo ahí para retratarlo. ¿El motivo de la locación? El paro y cierre de unidades académicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) impuesto tras la votación en la Cámara de Diputados que confirmó el veto del presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario.

Los sucesos del conflicto universitario curiosamente impidieron a los alumnos terminar su carrera en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) como manda la lógica. Pero tampoco parecía razonable seguir esperando que se alinearan los astros: ocurre que los flamantes profesionales llevaban un año y medio esperando el momento de presentar su proyecto final. La situación se tornó crítica cuando los estudiantes se encontraron sin lugar dónde rendir y ya no quisieron aplazar más el acto. "No queríamos que se siguiera estirando, así que comenzamos a buscar una solución desde las 10 de la mañana del jueves y a pesar de la lluvia", relató Carlos Agustín Cabello Zucco, de 26 años.

PROFESIONALES FLAMANTES. Agustín Cabello Zucco, Lucas Agudo y Martín Alonso mientras presentan el proyecto final de Arquitectura en el Padilla. / DIEGO ARÁOZ, LA GACETA

Tras insistir con la posibilidad de abrir la Quinta Agronómica y no tener éxito, un contacto en la administración del Hospital les permitió utilizar una de sus salas de reuniones. Así, a las 16 horas del 10 de octubre, con la UNT apagada, y entre pacientes, médicos, familiares y personal sanitario, Agustín, Lucas Agudo y Martín Alonso presentaron por fin su proyecto de tesis. “Los tres pensábamos que era muy irreal todo lo que estaba pasando”, expresó Cabello Zucco.

Los intercambios entre LA GACETA y los arquitectos relucientes que inauguraron la tendencia de rendir en el Padilla reflejan los que quizá sean los primeros efectos tangibles de la reacción al blindaje del veto de Milei. "Al principio del día sentimos impotencia porque nos negaron la posibilidad de rendir en el lugar donde cursamos durante tantos años. Yo estoy de acuerdo con las manifestaciones pacíficas, pero no de este modo autoritario", reflexionó Lucas.

CON EL PROYECTOR. Uno de los estudiantes de Arquitectura en trance de recibirse ajusta la imagen en la sala de reuniones del Hospital Padilla. / DIEGO ARÁOZ, LA GACETA

Según Cabello Zucco y Agudo, nunca había pasado algo similar, salvo la anomalía del cursado en los tiempos de la pandemia de la covid-19. “Fue loco que justo ese día cerraran de esa forma todas las facultades. Habían pasado tantas cosas ese jueves que si ya caía un meteorito en la plaza nos iba a parecer normal”, agregó Agustín.

El ambiente del Padilla contrastó con lo que los alumnos habían imaginado para su jornada de despedida de la carrera. “Nunca pensamos que nuestra graduación sería así. Siempre imaginamos recibirnos en el block de Arquitectura en la Quinta, pero tuvimos que adaptarnos a la situación”, afirmó Agustín.

PASILLOS DEL HOSPITAL CON FAMILIARES... DE FUTUROS ARQUITECTOS. El examen final de Arquitectura llevó a las instalaciones del hospital al público atraído por el acto académico. / DIEGO ARÁOZ, LA GACETA

Un examen final con desenlace feliz

Para colmo, la tesis podría haber consistido en un establecimiento sanitario, pero los chicos presentaron los planos de un microestadio con instalaciones de servicio. Se trata de un parque deportivo complementario al actual Parque Prebisch diseñado en grupo, donde cada miembro aportó un edificio específico: Lucas hizo el microestadio con capacidad para 5.000 personas, Martín diseñó la clínica de rehabilitación deportiva y Agustín propuso un albergue para 96 atletas con funciones culturales (restaurante, gimnasio, sala de conferencias, etcétera).

Los estudiantes agradecieron la predisposición de los directivos del hospital y a los docentes por tomar el final allí a pesar de todo. "Fue raro raro, pero, a la vez, reconfortante saber que no nos dimos por vencidos, aunque hubo adversidades y piedras en el camino. Pero no voy a mentir, fue muy extraño exponer en un lugar donde hay salas de espera, internaciones y médicos en los pasillos", sumó Lucas.

Los jóvenes invitaron a su familia, amigos y compañeros, como suele hacerse en las recibidas, pero cuando les dijeron dónde era nadie podía creerles. “Pensaban que les estábamos haciendo una broma”, contó Agustín. Sin embargo, muchos de ellos pudieron llegar y acompañar a los estudiantes en esta instancia tan añorada.

A pesar de los obstáculos, el final de esta historia es positivo: la presentación del proyecto fue un éxito y todos aprobaron con 10, la nota más alta posible. Este punto final en el Hospital Padilla marca un hito para sus carreras y demuestra su capacidad de resiliencia. "El objetivo era recibirse sin importar dónde y lo conseguimos", dijo Lucas. Entre risas, comentó: "ahora nos dicen que somos médicos y arquitectos".

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