El infarto de miocardio es una de las patologías más comunes y graves relacionadas con el corazón, y su detección temprana es crucial para evitar complicaciones. Aunque parece que los infartos ocurren sin aviso, la realidad es que el cuerpo suele enviar señales días antes que pueden alertarnos de un posible ataque. Identificar estos síntomas a tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Lo que debes saber sobre el preinfarto: cómo reconocer sus síntomas antes de que sea tarde

¿Qué es un infarto de miocardio?

Un infarto de miocardio, comúnmente conocido como infarto, se produce cuando una parte del músculo cardíaco sufre daño debido a la falta de oxígeno o flujo sanguíneo. Como explica el cardiólogo Pablo Jorge Pérez, de la Sociedad Española de Cardiología, "el 80% de los infartos se debe a la obstrucción de una arteria del corazón por un trombo o una placa de ateroma". Esto impide que la sangre fluya correctamente, causando un daño que puede variar en gravedad según el área afectada.

El infarto puede ser leve o severo dependiendo de la zona donde ocurra la obstrucción. Si el bloqueo está más cerca de la salida de la arteria principal, el daño al corazón será más extenso.

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Factores de riesgo

Existen diversos factores que incrementan el riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Algunos de los más conocidos incluyen:

Fumar

Hipertensión

Diabetes

Colesterol elevado

Falta de actividad física

Estrés y obesidad

Además, el riesgo aumenta con la edad y es más frecuente en hombres jóvenes, aunque en las mujeres el riesgo se incrementa notablemente después de la menopausia debido a la pérdida de la protección hormonal que ofrecen los estrógenos.

Señales de advertencia antes de un infarto

Aunque muchos no lo saben, varios síntomas pueden aparecer días antes de un infarto, lo que nos da tiempo para actuar y prevenir complicaciones mayores. Entre las señales más comunes están:

Dolor en el pecho (angina de pecho): esta sensación suele aparecer durante el esfuerzo físico y desaparecer con el reposo. Es un dolor o presión en el centro del pecho que puede irradiarse hacia los brazos, hombros o espalda.

Cansancio excesivo: una fatiga inusual o un agotamiento extremo, incluso sin haber hecho grandes esfuerzos, puede ser una señal de alerta.

Dificultad para respirar (disnea): la sensación de no poder respirar bien o sentir que te falta el aire al hacer actividades cotidianas puede indicar problemas cardíacos.

Estos síntomas, que muchas veces no se asocian directamente con el corazón, son fundamentales para reconocer un posible infarto en camino. Si se presentan, es importante consultar con un médico lo antes posible.

Síntomas durante el infarto

Cuando el infarto ya se está produciendo, el síntoma más común es un dolor intenso detrás del esternón que se extiende al brazo izquierdo, la mandíbula o el abdomen, acompañado de sudor frío, palidez, mareos, náuseas y dificultad para respirar.

En algunos casos, los síntomas pueden ser más sutiles, como malestar en el estómago o pérdida de conocimiento. Ante cualquier sospecha, lo más importante es llamar a emergencias y actuar de inmediato.

¿Qué hacer en caso de un infarto?

Si sospechas que tú o alguien cercano está sufriendo un infarto, lo primero es llamar a emergencias. Mientras esperas, trata de mantener la calma, evita moverte y, si es posible, toma una aspirina para reducir la formación de coágulos.

Además, si la persona pierde el conocimiento y no tiene pulso, es fundamental iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) hasta que lleguen los servicios médicos.

Secuelas del infarto

Las secuelas dependen de la rapidez con la que se actúe. Si se restaura el flujo sanguíneo a tiempo, el corazón puede recuperarse casi por completo. Sin embargo, si el daño es extenso, las complicaciones pueden incluir insuficiencia cardíaca, arritmias o incluso la muerte.

En casos graves, el corazón puede quedar debilitado, perdiendo capacidad para bombear sangre, lo que provoca insuficiencia cardíaca. Esta es una de las complicaciones más serias y difíciles de manejar a largo plazo.

La importancia de actuar rápido

El tiempo es crucial en un infarto. Actuar en las primeras horas puede salvar la vida del paciente y minimizar las secuelas. Cuanto más rápido se restaure el flujo sanguíneo, más probabilidades habrá de evitar un daño irreversible.