En diciembre de 1973 el padre Julio Heilbrom, siendo rector del Colegio del Sagrado Corazón, nos bautizó a los bachilleres del ’73, en el acto de colación de grados, como promoción Maritain-Neruda-Marcel. Nos identificó, con ello nominalmente, además del número del año. En septiembre del 2023, a 50 años de aquel momento, y que quedó grabado a fuego en nuestros corazones, lo celebramos en el mismo colegio que nos cobijó, previa Misa en la Capilla de la Virgen de Lourdes y brindis después en el patio “chico” que fue el testigo mudo de tantos recreos y anécdotas. Es que lo vivido, lo aprendido y lo compartido en él nos marcó de por vida y fue un inolvidable reencuentro con todos y cada uno de los que fuimos condiscípulos. Hasta se hicieron presentes en el evento varios que residían en otras provincias y uno fuera del país. El poder de convocatoria fue magnífico y uno se pregunta porqué. Es que el sentido de pertenencia al Sagrado sigue vivo: nuestro colegio, el de la calle de 25 de Mayo y Marcos Paz, sigue estando en el corazón de todos nosotros. Ese colegio que nos hizo aprender ciencias, letras, arte, geografía o música, también nos enseñó a ser personas de bien, útiles a nuestra sociedad, en definitiva, buenos cristianos. Cada uno lleva dentro suyo muchos recuerdos y escenas grabadas y este hoy que abreva en ese rico pasado de niños y adolescentes nos hizo cimentar una amistad que dura hasta nuestros días y que resulta invaluable volver a verse. Nuestro agradecimiento a los padres Lourdistas que nos guiaron en esos años: al padre Tapie, que era como si fuera nuestro Paul Groussac por su sabiduría, al buen celador hermano Melitón siempre sonriente y con una cicatriz en la mejilla, al padre Berdier que nos enseñaba biología y anatomía humana, al padre Zueras, al padre Marqué, al padre Ricaud, al padre Videla y al padre Miguel Galland, y tantos otros que poblaban los pasillos y aulas de nuestro querido Sagrado junto al estamento de profesores, excelentes maestros todos. La comunidad del colegio traía su historia. No nació con nosotros. Había sido fundado en 1900 en calle Rivadavia y las Heras de nuestra ciudad (le decían la Vizcachera) pero fue inaugurado el edificio de la calle 25 de Mayo en 1920 de la mano de los padres Lourdistas. Por sus claustros pasaron generaciones de tucumanos y en la década del ’60 al ’70 nos tocó a nosotros escribir nuestra propia historia. Esas ilusiones y sueños que portábamos entonces la mayoría se habrán cumplido, tal vez algunos no, pero seguro se trataban de buenos ideales de vida puesto que queríamos ser buenas personas. Ese era el mandato y esa la tutela de los curas tratando de educarnos, pero en libertad. Éramos hermanos en el aula y somos hoy hermanos de la vida y estamos orgullosos de haber sido alumnos del Colegio Sagrado Corazón. En toda la Argentina, por nuestra idiosincrasia, los alumnos de distintos colegios deben sentir algo similar. Por lo tanto, insto a estimular y mantener esos vínculos que nacieron de chicos y por que se mantengan siempre: amigos de la infancia son amigos para toda la vida y volviendo siempre a nuestras fuentes veremos que nos hace siempre mucho bien como seres humanos practicarlo. Nuestra nominación hecha por el padre Julio Heilbrom fue con tres hombres fallecidos en ese año 1973: 1- Jacques Maritain: filósofo católico francés, al igual que 2- Gabriel Marcel y 3- Pablo Neruda: escritor, chileno, comunista y ateo, pero premio Nobel de Literatura y que fue también seleccionado por el padre rector lo cual habla de la amplitud de criterio y pensamiento de él, y hoy me doy cuenta, en una época de mucho ideologismo.
Juan L. Marcotullio
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