“El pueblo español tiene en la historia dos títulos tan suyos, que ningún otro puede disputárselos en la presenta o en las antiguas civilizaciones. Es el único pueblo que haya descubierto un mundo y que, respondiendo al don de Dios, con abnegación sin ejemplo, se abriera en seguida sin vacilaciones las venas, agotando la de sus poblaciones para darle vida”. Nicolás Avellaneda (“Escritos Póstumos”. 1ºX). ¨La España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener en jubiloso reconocimiento”. Hipólito Yrigoyen (decreto del 4 de octubre de 1917 declarando al 12 de Octubre, Día de la Raza, feriado nacional). “Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental… Su obra civilizadora cumplida en América no tiene parangón en la historia. Es única en el mundo… Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse, una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel, la Católica, de «atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios». Traía para ellos la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraba a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlos como ser humano”. Juan Domingo Perón (Discurso en el Día de la Raza y como homenaje a Cervantes). “Esa raza inmortal, descubridora y conquistadora, encontró en este mundo nuevo el teatro ideal para el ejercicio de sus virtudes. Dictó leyes de humanidad y fraternidad (Leyes de Indias) doscientos años antes de que los enciclopedistas osaran mencionar los derechos del hombre, dictó la igualdad ante el Creador de todas las criaturas y abonó con la sangre y con el alma de su pueblo los surcos del porvenir… La epopeya del descubrimiento y la conquista es, fundamentalmente, una epopeya popular… La empresa más grande y más noble que conocen los siglos… Y cuando cuatro siglos después del descubrimiento, los hijos de los conquistadores reivindicaron su mayoría de edad y su derecho a vivir en libertad y al margen de tutelas, las naciones que florecieron de sus héroes habían recibido de la Madre Patria lo que es privativo de la maternidad: la sangre de más de la mitad de su pueblo que había quedado en América”. María Eva Duarte de Perón (diario “Democracia”, 6 de octubre de 1948). “Somos una fusión de razas originadas por el pueblo más mestizo de Europa: el pueblo español… De modo que ser antiespañol en la Argentina, es renegar de una parte esencial de lo que somos. Se trata de un formidable crisol de razas que ha determinado que el rasgo específico y distintivo de América Latina sea que somos mestizos. Nosotros somos el indio y somos el europeo. Nuestra fuerza es ser lo que somos… Y aquel que quiera quitarnos la Evangelización, nos quita una parte esencial de nuestra cultura. (…) nos está quitando, en nombre del indigenismo, gran parte de nuestra identidad nacional y, en consecuencia, es enemigo de América Latina. El indigenismo, por eso, es impulsado por el imperialismo contemporáneo hasta transformarse en uno de sus instrumentos”. Jorge Abelardo Ramos (político e historiador, fundador de la izquierda nacional; reportaje, revista “Patria Grande”, octubre de 1992, 5º Centenario del Descubrimiento de América). La ruptura de nuestros lazos con la raíz cultural iberoamericana ha sido, por siglos, el principal objetivo de los enemigos, externos e internos, de la grandeza de nuestra patria y la felicidad de su Pueblo. Negar la trascendencia del 12 de Octubre como el Día de la Raza, es también negar la validez del sueño de San Martín, Bolívar, Artigas, Hernandarias y tantos otros, de la Gran Nación Hispanoamericana, cuya colosal imagen de hermandad se asoma cada 2 de Abril, desde 1982. Y negar a nuestra Madre del cielo, la Virgen de Guadalupe, milagrosamente tan americana y mestiza, como cualquiera de sus hijos.

Arturo Arroyo

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