Cuando ya parecían agotados los calificativos y las consideraciones para una carrera deportiva gigante como la que edificó Lionel Messi desde que debutó en Barcelona en octubre de 2004, el rosarino obligó a repensar todo esto en días recientes. Y esta situación se dio por haberse convertido, con apenas cinco días de diferencia, en figura y goleador múltiple.

Fenómenos mundiales como el de Messi, que no son generados de manera frecuente por el deporte, resultan atemporales. Un pasado de gloria nunca es suficiente cuando hay tanto talento en ciernes. Y al mismo tiempo que personajes de este calibre siguen construyendo su leyenda generando un campo de disfrute de las audiencias mundiales, abren la expectativa por lo que seguirán haciendo. Que se entienda bien: en la Copa América, Messi sufrió una lesión en el tobillo derecho, estuvo dos meses sin jugar y muchos pensaron que lo sucedido habría de generarle un nuevo panorama en su carrera, quizás menos protagónico.

Pero desde que volvió, a mediados de septiembre, no sólo se lo vio rejuvenecido, sino también tan letal y determinante como en otras etapas de su carrera. Los recientes antecedentes de haberle marcado tres goles a Bolivia en las Eliminatorias y otros tres a New England Revolution en la MLS son una muestra acabada de esta afirmación.

Se sabe lo fundamental que resulta el deporte como una manifestación que moviliza a la humanidad. Se entiende cómo esta actividad puede inspirar a millones. Y se acepta que sus continuos preceptos de lucha, esfuerzo y sacrificio en pos de conseguir objetivos, trascienden sus fronteras y se convierten en referencia.

No hace mucho tiempo, Rafael Nadal anunció su retiro del tenis. El español fue en su momento un deportista inspirador por cómo enfrentó cada desafío. Las estrellas del mundo del deporte no sólo se superan a sí mismas: nos muestran cómo se deben analizar rápidamente las situaciones complejas, cómo pensar siempre en el futuro y cómo encontrar soluciones, ya sea en un campo de juego o en su vida privada. Nos ayudan a que cada uno encuentre su propio camino, especialmente en situaciones de presión.

Queda claro que cualquiera que persiga sus sueños se topará, tarde o temprano, con sus propios límites. Incluso las estrellas deportivas se enfrentan a miedos y obstáculos. Aquí es donde aparece una palabra de alto valor: resiliencia. Porque nadie ha conseguido nada en la vida o en el deporte sin sufrir fracasos que nos construyan.

Lo de Messi no fue un camino lleno de rosas, él también vivió penurias, y varias de ellas podrían haberle frustrado por completo sus planes. Pero supo cómo manejarlas y llegó al presente constituido en una gloria vigente con 20 años de trayectoria en la elite del deporte. Él sigue hoy escribiendo páginas de un libro apasionante.  Y por ello esperar entonces más de él es válido. También lo es sentir que el mejor futbolista de todos los tiempos seguirá mostrando cuál es el camino para ser mejores.