“He visto una innovación desde hace unos 10 o 15 años, que viene con una armonía bastante compleja y polirritmias. Hoy los chicos tocan blues de un modo que realmente suena a blues, no como antes. Trabajan en lo atonal, lo simétrico, en bloque, con acordes y notas, con todo el swing de esa onda. Han encontrado algo nuevo pero técnicamente muy bueno”, remarca Leo Vera.

El guitarrista tucumano es uno de los organizadores del gratuito Festival Internacional de Jazz que se realizará hasta el lunes (hoy será el turno de Fernando Tarrés en el teatro San Martín), y lo disfruta como músico y como público. En su propio caso, ese empuje de las nuevas generaciones lo increpa en primera persona: “me lleva a indagar en qué decir, a encontrar una identidad, a definir quién soy y cómo sonar... la estoy pasando muy bien y me siento mucho mejor que otras veces”.

En su balance, resalta que esta tendencia se registra “a nivel mundial, y la juventud está sacando el jugo tremendamente en lo técnico, con cuestiones complejas al tocar”.

La prodigiosa fórmula de juventud del jazz, que se mantiene vigente a más de un siglo de su nacimiento

En esa línea vuelve a sonar el bebop, el rolling de Charlie Parker, el hard bop, en un “volver a las raíces luego de un tiempo de una búsqueda bien oscura de la música; estos cambios los entiendo con lo que está pasando en el mundo”. “Se estaba haciendo algo que era difícil que te agrade al oído, que había que escucharlo varias veces para que te guste”, agrega.

En ese sentido, Vera comparó el proceso de las nuevas tendencias del jazz “con lo que pasa con los folcloristas argentinos que ahora están visitando la obra de Atahualpa Yupanqui, de los hermanos Ábalos, de los primeros Carabajal, quienes encontraron cosas para compartir”.