Las miles de plataformas de streaming ofrecen un catálogo incalculable de series y películas casi imposible de abarcar. Así cada vez que prendemos el televisor, nuevos personajes, lugares e historias nos esperan. Estas novedades pueden ser sumamente emocionantes y generar expectativa cada vez que elegimos un programa inédito. Pero, en muchas ocasiones, prescindimos de lo extasiante que puede resultar la gran cantidad de posibilidades para conformarnos con la misma narrativa de siempre. ¿Cuáles son las razones y los beneficios psicológicos de este fenómeno?
Cómo son las personas que siempre usan ropa u objetos de color amarillo, según la psicologíaA pesar de disponer de un menú extenso en las novedosas plataformas, siempre volvemos a esa misma película o serie. Podríamos inspirarnos con nuevas locaciones, aprender de perspectivas desconocidas o experimentar escenarios inusuales con nuevas propuestas audiovisuales, sin embargo preferimos los programas familiares y los mismos episodios aislados si decidimos prender el televisor. Aunque parezca una decisión sin demasiada trascendencia, lo cierto es que nuestro cerebro puede verse sumamente beneficiado de aquel visionado sistemático y repetido.
Los motivos psicológicos por los que elegimos siempre el mismo programa
Saber lo que nos vamos a encontrar
De acuerdo con la psicología, existen múltiples razones por las que nos sujetamos a un único programa. Repetir el programa con el que estamos familiarizados cumple con nuestras expectativas, lo que resulta ventajoso para nuestra mente. Cuando reproducimos esa misma serie o película, recibimos las historias y emociones que nosotros esperamos. Sabemos de qué manera los episodios comienzan y terminan, pero sobre todo, cómo nos sentiremos al final de cada uno. Esa es la razón por la que somos más propensos a elegir comedias para las maratones de series repetidas, en vez de tragedias o dramas.
El principio del menor esfuerzo
Otro motivo beneficioso por el que elegimos siempre la misma narrativa es el principio del menor esfuerzo. No se trata de una cuestión de pereza si no más bien de un rasgo meramente evolutivo de los organismos, incluyendo los humanos, de conservar la energía eligiendo el curso de acción que requiere la menor cantidad de esfuerzo. Este principio podemos verlo refelejado en los escenarios cotidianos, cuando el césped desgastado deja evidencia de la preferencia por un camino familiar. Ver un programa conocido requiere menos esfuerzo cognitivo que uno desconocido, y a veces eso es exactamente lo que queremos.
La mera exposición
Nos gusta algo más simplemente porque hemos estado expuestos a ello, un resultado conocido como el efecto de mera exposición. Escuchamos repetidamente las canciones que nos gustan y las disfrutamos aún más con cada repetición. El arte y la arquitectura muestran los mismos efectos. El impresionismo francés fue desaprobado con vehemencia al principio, pero luego uno de los predilectos. La Torre Eiffel fue duramente criticada cuando se construyó por primera vez, pero venerada después de que resistió la prueba del tiempo. Al ver repetidamente el mismo programa, nos gusta más y nos sentimos más apegados con cada repetición. En los programas que disfrutamos, la reiteración es la provocadora del afecto.
Las abrumadores múltiples opciones
Por último, el psicólogo Barry Schwartz descubrió que cuantas más opciones se nos ofrecen, menos satisfechos estamos con ellas: la paradoja de la elección. Una abrumadora variedad de opciones genera ansiedad e insatisfacción, lo que finalmente conduce a evitar elegir. Los servicios de streaming online ofrecen una gran selección de contenidos. Si nos centramos en encontrar algo atractivo, decidir qué ver puede resultar complicado, tedioso y no merecer la pena. Hay demasiadas opciones, así que evitamos las nuevas y optamos por algo que ya conocemos. Al igual que la comida reconfortante, esa que elegimos siempre, un programa conocido siempre es fácil de digerir y satisfactorio.