El parque San Martín, de Mendoza, es magnífico e impresionante. La planificación del paisajista Carlos Thays fue perfecta. Logró el equilibrio ideal entre la naturaleza y las creaciones humanas. Las estatuas se conjugan a la perfección con la flora y el cordón montañoso de la precordillera ubicada al oeste. El Cerro de La Gloria, uno de los mayores atractivos, ofrece una vista panorámica de las 400 hectáreas. Sí, leyó bien: 400 hectáreas, es decir, dos parques 9 de Julio. ¡Increíble! Pero eso no es lo único llamativo que esconde el “pulmón mendocino”, sino que también es la casa del fútbol provincial. ¿Por qué? En toda su extensión aloja tres estadios: el Bautista Gargantini, de Independiente Rivadavia, el Víctor Legrotaglie, de Gimnasia de Mendoza, y el mundialista Malvinas Argentinas. Un hecho inédito para cualquier espacio verde de esta magnitud. Esta situación solo da pie a una pregunta: ¿cuál es la causa de este conglomerado de canchas?

La ubicación de los estadios está relacionada con la evolución demográfica de Mendoza. El terremoto de 1861 devastó a la ciudad y significó la muerte de 12.000 personas. El impacto fue de tal magnitud que el nuevo trazado convirtió a las plazas principales de la ciudad -Independencia, Chile, Italia, San Martín y España- en refugios para afrontar estos fenómenos naturales. No es casualidad que los espacios no cuenten con cableado o ningún elemento que pueda perjudicar a la población en caso de un sismo. Pero esa no fue la única consecuencia. La nueva planificación tenía como meta poblar el oeste mendocino, y para ello se creó el parque con el objetivo de que sea una defensa aluvial.

Relación con Tucumán

Thays es el punto de unión entre el parque 9 de Julio de San Miguel de Tucumán y el mendocino. El francés fue el planeador de ambos espacios verdes que son las principales referencias de respectivas provincias. Pero, ¿por qué hay tanta diferencia de dimensiones entre el 9 de Julio y el San Martín?

Lo curioso es que ambos parques iban a tener las mismas medidas, es decir, 400 hectáreas. En el caso mendocino, la planificación se cumplió a rajatabla. Pero, en el tucumano, no fue así. ¿Por qué? El parque 9 de Julio se inauguró en 1916 y formaba parte de los festejos por el centenario de la Independencia argentina. Lo curioso es que el plan inicial no llegó a concretarse para julio, y solo se presentó la mitad ubicada en el sector norte. La parte sur del proyecto quedó inconclusa porque empezó a ser utilizada para otras actividades.

El Hipódromo, la Facultad de Educación Física, los barrios de los alrededores, el parque Mercedes Sosa, los clubes como Natación y Gimnasia, Cardenales, Argentinos del Norte, Lince o el Tiro Federal son algunos ejemplos de la urbanización de la zona. Es decir, el crecimiento demográfico de la provincia terminó por sepultar el ambicioso proyecto del arquitecto francés.

La primera cancha

El fútbol mendocino estaba en una etapa embrionaria en los inicios del siglo XX. Gimnasia incluyó esta disciplina en 1908, mientras que Independiente Rivadavia se fundó cinco años después. Según Pablo Ciullini, estadígrafo de Rec Sport Soccer Statistics Foundation (RSSSF), ambos compartían estadio durante la década de 1910. “Se ubicaba en la zona del colegio Nacional, más precisamente en la esquina de 25 de Mayo y Godoy Cruz. Después el ‘Lobo’ se mudó a la calle José Vicente Zapata, que estaba en pleno centro”, explicó.

Independiente fue el primero en crear su campo de juego en el parque. Ciullini explica que la “Lepra” recibió una donación del estado provincial en 1921, e inmediatamente comenzaron las obras que demoraron alrededor de cuatro años. El 5 de abril de 1925, la “Lepra” inauguró la cancha con un amistoso frente a Peñarol, de Uruguay. La obra permitía el acceso de 10.000 personas, por lo que se posicionó como el principal estadio de la ciudad. “Fue el primer estadio de cemento del país”, indicó el historiador.

Entre las curiosidades, la cancha tenía un velódromo, una tendencia que se repetía en la mayoría de los estadios del mundo. El partido entre la “Lepra” y el “Manya” finalizó 2-0 a favor de los uruguayos en lo que significó un hito para la ciudad.

A UNOS METROS. Se encuentra el estadio de Gimnasia de Mendoza.

La caverna del “Lobo”

Gimnasia no se iba a quedar atrás y, a menos de 1.000 metros de distancia del Gargantini, fundó su estadio, el 25 de marzo de 1934. A priori, el “Lobo” había organizado un triangular para enfrentar a Gimnasia de La Plata y a Gimnasia de Santa Fe, pero los platenses no participaron del evento. De este modo, los santafesinos fueron los rivales en este duelo que marcó el inicio de la vida del Víctor Legrotaglie.

La cancha contaba con 2.800 plateas y 7.500 populares. También se utilizó un terreno del frente para que funcione como playa de estacionamiento, donde entraban alrededor de 500 autos. Finalmente, el duelo entre ambos equipos finalizó 2-1 a favor de los locales.

Pero, sobre todo, el estadio marcó el inicio de la disputa de quién iba a ser el “caudillo del parque”, una  rivalidad que continúa hasta la actualidad. Es más, podría sumarse un equipo más: Godoy Cruz. ¿Por qué? En los últimos 19 años, el “Tomba” hizo de local, la mayoría de las veces, en el estadio “Malvinas Argentinas”, aunque la remodelación del “Feliciano Gambarte” hará que vuelvan a su lugar de origen.

GRAN MARCO. Así fue el recibimiento de Gimnasia de Mendoza en el partido contra San Martín de Tucumán. Foto de Benjamín Papaterra/LA GACETA.

El Mundial 78’

El Mundial de 1978 es el evento deportivo más importante de la historia argentina. Por primera vez, el país fue elegido para alojar un certamen de estas características, y Mendoza fue una de las seleccionadas para ser subsede. Para ese entonces, la ciudad sólo contaba con dos estadios: el Gargantini y el Legrotaglie. Esto provocó que las autoridades de la FIFA decidieron viajar a la provincia para observar la infraestructura de las canchas.

Joao Havelange, presidente de la FIFA, llegó a Mendoza en 1974 y, en ese momento, eligió la cancha de Independiente para que se juegue el Mundial. Pero, días después, modificó su opinión sin dar demasiadas explicaciones y alegando que la cancha no tenía la capacidad necesaria”, contó Ciullini.

El cambio de postura del brasileño derivó en que el Comité Organizador decidiese construir el estadio “Malvinas Argentinas” en un sector conocido como la Olla, por ser un sector hondo. “Antes había un autódromo que estaba en desuso”, apuntó Ciullini. Lo cierto es que las obras del mundialista demoraron dos años, y alojó tres partidos correspondientes al grupo 4: Países Bajos-Irán (3-0), Países Bajos-Perú (0-0) y Escocia-Países Bajos (3-2).

¿Cambio de planos?

No hay pruebas, pero la conspiración sobre el cambio de planos para la construcción de los estadios José María Minella y Malvinas Argentinas siempre existió. Ambos estadios presentaban un diseño muy similar, y la corrosión de la cancha marplatense siempre levantó rumores sobre un posible error.

Esto hizo que, rápidamente, se difundiera la teoría de que el estadio antisísmico se había instalado en “La Feliz”, mientras que el antioxidante estaba en la “Ciudad del Vino”. Pero el mito pierde peso a la hora de recordar el terremoto de Caucete de 1977. El sismo registró una magnitud de 7.4 en la escala de Richter, lo que a priori debería haber dañado la estructura. Sin embargo, el estadio se mantuvo y Mendoza alojó el Mundial 78.

Foto de Benjamín Papaterra/LA GACETA.

Actualidad

Hoy, el fútbol mendocino goza de un grandísimo presente. Inimaginable para años atrás. A priori, la presencia de dos equipos en la Liga Profesional -Godoy Cruz e Independiente Rivadavia- y dos en la Primera Nacional -Gimnasia y Deportivo Maipú- habla de la buena salud que atraviesan los clubes cuyanos.

A esto debe sumarse el progreso en infraestructura. Por ejemplo se puede citar que, después del partido con River, la “Lepra” comenzó la instalación de la pantalla gigante en el Gargantini. Es cierto, no es la gran cosa, pero para los hinchas significa un avance en comparación a años anteriores.

El sistema societario también es particular. El “Lobo” y la “Lepra” solo aceptan el ingreso a la cancha para los socios, con la posibilidad de establecer ese vínculo por distintas duraciones: anual, semestral, mensual o por un día. Los que no cumplan con esta condición no entran a la cancha.

Todo esto deja en claro que la provincia cuyana avanza a pasos agigantados en materia futbolista. Eso sin contabilizar tres equipos que juegan el Federal A -Gutiérrez Sport Club, Huracán Las Heras y San Martín-. ¿Será que el fútbol mendocino encontró la clave para triunfar? ¿Tucumán debería replicar el modelo? Son algunas que se siembran. Por el momento, solo queda disfrutar del éxito de Mendoza y aprender tanto de aciertos como errores.