La tarde que comenzó con la esperanza de la clasificación a una nueva final terminó en una mezcla de enojo, desazón y tristeza para los hinchas de San Martín de Tucumán; sentimientos que desembocaron en una serie de violentos episodios que empañaron aún más el cierre de una temporada frustrante.  

Cuando el árbitro Bryan Ferreyra le puso punto final al partido (y con ello a las ilusiones del pueblo “santo”) comenzaron los reproches de los hinchas para los jugadores que derivaron en los incidentes. “No hemos llegado una sola vez al arco, les quemaba la pelota en los pies a nuestros jugadores”, gritaba un plateísta, lanzando fuego por su boca.  

En el campo de juego, los contrastes eran impactantes. Por un lado, los jugadores mendocinos celebraban eufóricos su hazaña abrazándose en el centro del campo. Por el otro, los futbolistas de San Martín abandonaban el césped con la cabeza gacha entre silbidos, insultos y proyectiles que caían desde las tribunas.

Lucas Diarte perdió la calma y, con visible enojo, volvió a meterse en el campo de juego decidido a enfrentarse a los hinchas que lo increpaban. Su reacción fue contenida apenas a tiempo por Gonzalo Rodríguez y otros miembros del cuerpo técnico, que evitaron un posible incidente mayor.  

FURIOSOS. Los hinchas del "Santo" arrojaron vallas a la Policía. Foto de Antonio Ferroni/LA GACETA.

En medio de esa tensión se produjo una imagen inusual y pocas veces vista: un sector de los hinchas “santos” decidió aplaudir a los jugadores de Gimnasia de Mendoza mientras los futbolistas visitantes ingresaban a la manga. El técnico Ezequiel Medrán y sus dirigidos devolvieron el gesto con agradecimientos, en un acto que contrastaba drásticamente con el clima general de bronca que dominaba el estadio. No obstante, el reconocimiento no logró apaciguar los ánimos en el playón.

Allí se concentraron muchos hinchas que decidieron quedarse para manifestar su enojo. Los cánticos “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” y “el club es de los socios” resonaron con fuerza. Los mensajes fueron dirigidos principalmente al cuerpo técnico y a la comisión directiva, considerados los principales responsables del fracaso.  

El ambiente se tornó aún más hostil cuando algunos hinchas comenzaron a increparse entre sí.

SIN RESPUESTAS. Diego Flores no habló con la prensa y se retiró en completo silencio. Foto de Inés Quinteros Orio/LA GACETA.

Mientras tanto, en la zona de palcos, un grupo de simpatizantes enfrentó verbalmente a allegados de la dirigencia. “Ustedes son los principales responsables de todo esto. Los votaron otra vez y nos pasó esto”, gritó un hombre con evidente furia.

Una mujer, vinculada a la comisión directiva, le respondió: “yo también pago la cuota social como ustedes. Todos queremos a San Martín”, lanzó la dama. Este intercambio solo sirvió para alimentar la tensión, que pronto se trasladó a los alrededores del estadio.  

En el monumento al “Malevo”, un grupo de jóvenes comenzó a arrojar piedras hacia la policía y hacia la zona de los vestuarios, desatando una serie de incidentes que escalaron rápidamente. La policía, inicialmente, respondió con balas de goma al aire para dispersar a los hinchas, pero la situación pronto se descontroló.

Familias con niños intentaron refugiarse en las populares mientras los efectivos avanzaban en caballos con escudos y cachiporras, generando corridas y escenas de pánico.  

En el playón, el caos era total. Piedras y botellas de vidrio volaban por los aires, una de las cuales impactó en el parabrisas del ómnibus que debía trasladar al plantel y a sus familiares. En medio de este clima de violencia, algunos hinchas intentaron calmar los ánimos, pero la multitud estaba fuera de control.  

La violencia no terminó allí. Fuera del estadio, la policía enfrentó nuevos ataques con proyectiles y respondió con una represión que incluyó balas de goma disparadas al cuerpo de algunos simpatizantes.

EN SILENCIO. Así fue la salida del plantel, tras la salida de los hinchas de San Martín. Foto de Inés Quinteros Orio/LA GACETA.

La salida del plantel fue en completo silencio

Las corridas se extendieron por las calles adyacentes, mientras algunos hinchas intentaban protegerse del operativo policial. “Hay niños aquí, tengan un poco de respeto por la gente”, gritó un hombre antes de retirarse.  

Recién a las 23.40, los jugadores, encabezados por el cuerpo técnico, subieron al ómnibus para retirarse hacia el hotel. Lo hicieron en completo silencio, cabizbajos y escoltados por un operativo de seguridad. Sofía Ladrón de Guevara, jefa de prensa del club, informó a los periodistas que no iba a haber conferencia de prensa.

Los periodistas (algunos también fueron agredidos por los hinchas) intentaron registrar los últimos momentos del plantel en el estadio, mientras los hinchas seguían gritando desde la calle.

El saldo final fue desolador. El sueño del ascenso quedó enterrado en una eliminación dolorosa y los incidentes pospartido dejaron secuelas profundas en el club y en su hinchada. La fractura entre el equipo, la dirigencia y los fanáticos parece haber llegado a un punto crítico, marcando un antes y un después.  

La lluvia, que cayó incesante durante los últimos momentos de la jornada, se convirtió en un telón melancólico para una noche que quedará grabada como una de las más tristes de los últimos tiempos en La Ciudadela.