El colapso del régimen de Bashar al-Assad en Siria marcó un nuevo capítulo en una de las guerras más sangrientas del siglo XXI. María José Mazzocato, licenciada en Relaciones Internacionales, analizó en LA GACETA las causas y consecuencias de este evento, así como su impacto en el escenario geopolítico mundial.
“Es interesante lo que sucede en Siria después de algunos años de relativa tranquilidad, aunque dentro del país no existe una paz real. Siria está políticamente débil y nuevamente bajo el control de grupos terroristas, lo que lo trae de regreso al plano internacional”, explicó Mazzocato, quien dedicó años al estudio del conflicto sirio.
El impacto del derrocamiento de Al-Assad
El domingo pasado, el régimen de Bashar al-Assad colapsó tras una ofensiva liderada por una facción de Al Qaeda, que avanzó desde el norte del país hasta Damasco. “Esto generó una crisis política y un desmoronamiento total dentro del país, que ya estaba sumido en la destrucción. Según la UNESCO, Siria necesita reconstruirse desde cero para garantizar una vida humanitaria digna”, comentó.
Siria: un país estratégico
Mazzocato destacó que Siria, antes conocida como la gran Damasco, era un país próspero. Su ubicación geográfica y sus recursos energéticos lo convierten en un punto estratégico. “Siria es clave en el tránsito entre Oriente y Occidente, y posee vastas reservas de petróleo, lo que lo hace atractivo para las grandes potencias”.
Además, Rusia ha sido un aliado histórico de Siria. “La base militar rusa en Tartus es fundamental para Moscú, y durante el régimen de Bashar al-Assad, Rusia proporcionó apoyo militar. Es probable que Al-Assad y su familia hayan buscado refugio en ese país tras su derrocamiento”, analizó.
La dimensión humanitaria y cultural
El conflicto también refleja profundas diferencias culturales y políticas. “Siria está regida por un sistema teocrático que hereda el poder de forma autoritaria. Aunque esto es normal en su contexto cultural, desde nuestra perspectiva democrática resulta inaceptable”, dijo Mazzocato.
Además, la situación de los civiles es desgarradora. “Más allá del régimen, los grupos extremistas aplican la ley islámica de manera estricta, afectando especialmente a las mujeres, quienes enfrentan restricciones extremas y la pérdida de sus derechos básicos”.
La postura internacional
Mazzocato también abordó el papel de las potencias mundiales. “Donald Trump, en un reciente comunicado, afirmó que esta guerra no le pertenece a Estados Unidos. Sin embargo, la lucha contra el terrorismo islámico, que representa una amenaza para la seguridad nacional, podría motivar una intervención indirecta”.
En cuanto al uso de armas químicas, Siria fue un escenario de violaciones graves a los acuerdos internacionales. “El conflicto sirio fue uno de los primeros en reintroducir gases como el sarín y el mostaza, lo que subraya la gravedad de la crisis humanitaria”, comentó.
Una región en constante tensión
“Siria, como parte de Medio Oriente, siempre ha sido un polvorín. Sin embargo, la comunidad internacional no ha prestado suficiente atención a los problemas de fondo, perpetuando la inestabilidad”, concluyó Mazzocato.