“A donde vayan estarán mejor que en esta pocilga donde no ven la luz del día, duermen en el suelo si es que no hay muchas personas y hacen sus necesidades en los tachos. Por las fotos que vi, en el penal estarán mucho mejor”, sostuvo Rosario Carmona, madre de un condenado por robo que esperaba poder saber cuál será el destino de su hijo.

La mujer, de 60 años, empleada doméstica, antes de entrar a trabajar, pasaba por la seccional 1° para dejarle la comida. “Supuestamente, los condenados deben recibir los alimentos del Servicio Penitenciario. Pero apenas si les traen un sándwich, yerba y azúcar. Entonces los familiares tenemos que venir una vez por día para que puedan comer. Es desgastante, ahora en Benjamín Paz dicen que ya no hará falta llevarles comida”, explicó.

“Lo único que quiero es que ahí, que están alejados, no les llegue la droga. Mi hijo está encerrado por consumir esa porquería. No supe atender esa situación y ahora estoy sufriendo por él. En algún momento pensé que estando en un calabozo dejaría de consumir. Pero me equivoqué. Siempre consiguen”, explicó la mujer en una entrevista con LA GACETA.

Laura Medina, pareja de otro condenado que estaba alojado en la seccional 2°, no dejó de mostrar sus dudas. “Es cierto que estarán mejor que ahora, pero también es real que estarán más lejos de sus seres queridos. No sé cómo serán los días de visita, pero no es lo mismo venir en moto o un colectivo con la Ciudadana que viajar hasta el nuevo penal que seguramente será más caro”, explicó. “Tampoco nos dijeron si se les permitirá tener celulares para comunicarnos”, añadió.

Las autoridades del Servicio Penitenciario destacaron que mantuvieron contactos con los propietarios de la empresa que brinda el servicio de transporte público de pasajeros. Explicaron que no sólo incrementarán la cantidad de unidades durante los días de visita, sino que también habrá frecuencias especiales para los guardiacárceles porque quieren evitar que compartan viajes. Sí acordaron que los ómnibus ingresaran al predio, ya que la cárcel está a dos kilómetros de la ruta.

SORPRESA. La Policía utilizó un gran despliegue de recursos.

Sobre las visitas informaron que serán coordinadas para que tampoco haya una gran conglomeración de personas. “Cada pabellón tendrá sus días”, explicó un funcionario.

Sin pausa

El acto de inauguración no había terminado y en la Subjefatura ya se habían congregados más de 150 efectivos para comenzar con el traslado. Sólo ayer, y en el ámbito de la Unidad Regional Capital, se trasladaron los primeros 53 detenidos. Hoy continuará con los viajes y, por ejemplo, unos 100 condenados abandonaran los calabozos de la ex Brigada de Investigaciones.

El comisario Fabio Ferreyra, que está al frente del operativo de traslado, indicó que no se trata de una tarea sencilla. “Se hace una exhaustiva requisa para controlar que no lleven ningún elemento prohibido y se le permite llevar lo que tienen puesto. Sus familiares seguramente que luego les llevarán más ropa”, indicó. Además de la fuerte custodia, en el trayecto hacia el nuevo penal efectivos de las regionales Norte y Este colaboraron haciendo recorridos de prevención.

Según confiaron fuentes del Ministerio de Seguridad, el penal recibirá a la mayor cantidad de condenados que están alojados en las comisarías de la provincia. Según sus cálculos, serán más de 700. Estos sumadas a las más de 200 mujeres que ya se encuentran alojadas en la cárcel de Delfín Gallo, liberarán al menos unos 1.000 cupos. Ese número representa el 50% de la cantidad de arrestados en las dependencias policiales de toda la provincia.

Cuando los fiscales Adriana Giannoni (ya jubilada) y Diego López Ávila lograron en 2015 que se dictara un hábeas corpus a favor de los presos, policías y vecinos de las comisarías, el número de alojados eran de poco más de 500, el doble actualmente se quedarán en los calabozos.

En Las Talitas se está avanzando en la construcción de otro centro de detención que también servirá para alojar a más condenados.