“Jugamos con mucha presión porque Boca llevaba años sin salir campeón. Ese partido tomó mucha repercusión. Recuerdo el silencio total en La Bombonera tras mi gol. Fue algo único. Pero, también tengo el orgullo de haber jugado otros partidos importantes.” Así recordó Ricardo Luis del Valle Solbes uno de los momentos más icónicos de su carrera, cuando su gol contra el “Xeneize” lo inmortalizó en la memoria de los hinchas. 

En diálogo con LA GACETA durante el ciclo de entrevistas “Charlas de Café”, el ex delantero repasó una trayectoria que va mucho más allá de ese recordado episodio. Fue parte del ascenso de San Martín en Chaco, pieza clave en el regreso de Colón a Primera y jugó en el seleccionado juvenil argentino en el Sudamericano y el Mundial Sub-20.

- ¿Cómo es tu actualidad?    

- A la mañana trabajo en la Legislatura, en el área de deportes, y por la tarde coordino todo lo relacionado con las inferiores del CEF-18. Los fines de semana dirijo a los más chicos; tenemos cuatro o cinco categorías, lo que me permite seguir ligado al fútbol. Cuando tengo un poco de tiempo, también colaboro en el bar familiar.

- ¿Todavía te reconoce los hinchas en la calle?

- Aunque ya pasó mucho tiempo desde que dejé de jugar, el hincha de San Martín tiene un aprecio muy grande hacia mí. Fui y volví al club cuatro o cinco veces siendo jugador, y además, desde chico soy hincha del club. Me reconocen y siento mucho cariño, así como respeto de los hinchas de Atlético.

- ¿Cómo fueron tus inicios?

- Empecé de muy chico en el Complejo Ledesma y, a los nueve años, pasé a jugar en San Martín en las inferiores. Recuerdo el torneo de la Vendimia en Mendoza, donde empezó todo. Debuté en la primera local con Hugo Petrella cuando tenía 15 años. Luego vino la preselección nacional con Carlos Bilardo y Carlos Pachamé, quienes hicieron pruebas en Tucumán. Fui uno de los seleccionados, junto con otros chicos del norte. En ese tiempo, San Martín me vendió a Independiente mientras yo estaba en la selección juvenil, en los años 1987 y 1988.

- ¿Cómo fue tu experiencia en la selección juvenil?

- En la Selección, tuve compañeros como Roberto Bonano, Fernando Gamboa, Sergio Batista, Antonio Mohamed, y Darío Scotto. Jugamos el Sudamericano en Buenos Aires y logramos clasificar al Mundial de Arabia en 1989. Fue una experiencia increíble, con grandes recuerdos. Aún mantenemos comunicación en un grupo de WhatsApp.

- Luego pasaste a Independiente. ¿Cómo fue tu experiencia allí?

- Fue una gran institución. Llegué en 1988, cuando el equipo de Jorge Solari era muy fuerte. Jugué principalmente en la reserva y tuve la oportunidad de estar en dos partidos con la Primera: un clásico contra Racing y otro contra Deportivo Español. Aunque no tuve continuidad, fueron dos años maravillosos antes de regresar a San Martín en 1990.

- Se te recuerda mucho por tu gol a Boca. ¿Qué significa para vos ser recordado por eso?

- Fue un partido muy especial. Jugamos con mucha presión porque Boca llevaba años sin salir campeón. Ese partido tomó mucha repercusión. Recuerdo el silencio total en La Bombonera tras mi gol. Fue algo único. Sin embargo, también tengo el orgullo de haber jugado otros partidos importantes, como clásicos contra Atlético o encuentros internacionales. Fueron treinta segundos de un silencio total, hasta que la pelota entró.

- Se habló de que River los había incentivado y de un apriete de la barra brava de Boca.

- Todos los que estuvimos en ese momento, que era el cuerpo técnico y los jugadores, sabemos que no pasó nada. Terminamos el primer tiempo, ganábamos 1-0, salimos al complemento, lo empataron y nosotros terminamos  una primera rueda muy buena.

- Te convertiste en una especie de villano para San Martín, con la camiseta de Colón.

- Fue especial, especialmente porque mi familia es hincha de San Martín. Sin embargo, uno es profesional y se debe al club donde está. En ese entonces, Colón era un gran equipo con jugadores de experiencia. Ganamos en Tucumán y logramos el ascenso en Santa Fe. Tengo grandes recuerdos de esa etapa, sobre todo, porque mi hija mayor nació en Santa Fe.

- Lograste compartir cancha dos veces con Diego Armando Maradona ¿Cómo fue?

- Tuve la oportunidad de jugar con Diego en un partido benéfico para el Hospital de Niños, cuando él estaba suspendido, y también estuve en el banco para Colón el día que volvió a Boca. Compartir cancha con él fue un orgullo. Para nosotros, Diego era un espejo, como lo es Lionel Messi para los chicos ahora. Fue una motivación extra compartir esos momentos únicos, tanto en la previa como en los partidos.

- ¿Cómo fue el momento en el que “Pelusa” retornó a Boca?

- Fue un momento muy especial. La previa, la llegada y todo el ambiente eran diferentes porque era su regreso. Colón tenía un buen equipo y jugamos un partido muy parejo que terminamos perdiendo 1-0. Aunque éramos los invitados, hubo muchas anécdotas, como la pelea de Diego con Julio César Toresani. Son recuerdos lindos que la gente también te hace revivir.

- ¿Tenes alguna anécdota en tu paso internacional?

- Estuve en Colombia con Once Caldas, donde justo ocurrió un terremoto poco antes de mi llegada. Mi familia estaba preocupada, pero Manizales resultó ser una ciudad hermosa. También estuve en Ecuador, donde nació mi segunda hija, y en Israel, donde me trataron muy bien. Recuerdo que fui a votar en la embajada en las elecciones del '99 y después termine viendo un partido entre River y Boca en casa de un compañero.

- ¿Te preocupaba vivir en una zona de guerra como lo es Israel?

- Me sorprendió lo pequeño que es el país, similar en tamaño a Tucumán. Era un lugar en constante crecimiento, muy lindo. Yo vivía con un compañero, Alberto Naveda, que facilitó mi adaptación. No tuve problemas ni en Israel ni en los otros países donde jugué.

 

- ¿Cómo fue para tu familia adaptarse a los constantes cambios?

- Fue difícil estar lejos. En Santa Fe contábamos con la ayuda de nuestros padres, pero en Ecuador estuvimos solos. Sin embargo, los compañeros y el club se portaron muy bien. Mis hijas hicieron la mayor parte del periodo escolar en Tucumán.

- ¿Siendo joven cómo hiciste para no caer las decisiones?

-La familia y los compañeros mayores son fundamentales. Ellos ayudan a mantener los pies sobre la tierra, especialmente cuando llegan los primeros sueldos y triunfos.

- ¿Recordás en qué gastaste tu primer sueldo como futbolista?

- No lo recuerdo exactamente. Pero me acuerdo de don Natalio Mirkin, quien fue gran presidente. Luego de un partido en el que marqué con San Martín, me llamó a su oficina y me dio unos billetes, que en ese tiempo eran un montón de dinero. Me dijo que cierre lo mano y lo guardara para mí. Esos gestos marcaron mi carrera.

- Es inevitable no repasar tu etapa en San Martín. ¿Qué recordas de tus mentores allí?

- Teníamos un gran equipo, el que logró el ascenso en el '92. Pasábamos bien las semanas con buenos técnicos como Jorge Ginarte, Nelsón Chabay y Alberto Tardivo. Chabay, por ejemplo, era estricto, disciplinado y meticuloso, pero aprendí mucho con él. Enseñaba lo que significaba vestir la camiseta de San Martín.

- ¿Te considerás parte de la historia de San Martín?

- No sé si estoy en la historia, pero me siento querido y reconocido. Pasé por todas las divisiones, jugué muchos clásicos, creo que soy el tucumano que más clásicos jugó, con 22 partidos, y además marqué goles importantes.

- ¿Sentís reconocimiento del hincha, sobre todo por esos goles contra Atlético?

- Sí, especialmente del hincha mayor. Los chicos quizás no recuerdan tanto, pero cuando voy a la cancha siento el afecto que nos brindan. Pasé por muchos períodos en el club: jugué desde inferiores hasta Primera, pasando por Liga Tucumana, Federal B y Nacional B.

- ¿Hubo alguna frustración por jugar en divisiones menores?
- No, nunca me fijé en eso, uno lo hacía por la camiseta. Siempre quise jugar para San Martín, era mi sueño de pibe. Donde estuviera el equipo, yo jugaba. Claro que siempre aspiré a ascender y dar lo mejor para el club.

- ¿Qué significó para vos haberle podido marcar a Atlético?

- Es algo muy especial, son momentos únicos. Los partidos con Atlético son semanas diferentes, tienen un significado especial. Para mí, siendo hincha del club, jugar y marcar en esos partidos es increíble.

- Viviste cerca del “José Fierro”, ¿Te pasó algo raro en ese sentido?

- Siento respeto de su parte, saben que soy hincha de San Martín, pero siempre me manejé con respeto hacia ellos, sus jugadores y su institución.

-¿Qué significa San Martín?

- Es mi segunda casa. Me siento muy apegado al club, soy hincha y mi familia también. Siempre estaré agradecido con los dirigentes, tanto con los actuales como los que pasaron.

- ¿Qué representa esa camiseta?

- Es un orgullo enorme. Desde chico soñé con jugar en el club. Es una hinchada muy especial y seguidora. Siempre digo que primero soy hincha de San Martín antes que de cualquier otro equipo.

- En uno de tus regresos a La Ciudadela, le donaste al club una camiseta de la Selección.

- Al recibir los aplausos del hincha por ese gesto demuestra que hice algo bien para que me tengan así. Como jugador no me interesa tanto que me recuerden, sino que valoren que no tuve problemas con compañeros, planteles, cuerpos técnicos o dirigentes. Siempre me desenvolví bien en todos los clubes en los que estuve.

- ¿Fue difícil dejar el fútbol?

- Cuesta bastante. Al principio tenes sueños donde jugas partidos importantes o clásicos, pero luego entendés que es una etapa que termina. Por eso, les digo a los chicos que aprovechen cada día y sean constantes, porque la carrera de un jugador es muy corta comparada con el resto de la vida.

-¿Te costó adaptarte a la vida de ser padre siendo jugador?

- Sí, y mi señora fue un gran apoyo. En la vida de un jugador, la familia es fundamental, especialmente la pareja si uno está casado. Yo tuve momentos difíciles, como operaciones de rodilla, y ella siempre estuvo pendiente. En el fútbol hay más tristezas que alegrías, y la familia es el pilar que te sostiene. Ahora, con mis hijos lejos, la tecnología ayuda mucho a estar en contacto diario, lo que lo hace más llevadero.

- ¿Considerás que tu etapa como jugador ya está terminada?

- Completamente. Hace 21 o 22 años que dejé de jugar. Me gusta seguir viendo deportes como fútbol y básquet, pero mi etapa como jugador ya pasó.

- Actualmente hay alguien que sigue tus pasos en Italia.

- No me costó mucho inclinarlo por el fútbol, ya que él es muy hincha de San Martín. Es mi único hijo varón y desde chico fue a la cancha. Sigue todo lo del club, ve los partidos, las páginas, y siempre está pendiente.

- ¿Cómo hace tu hijo Ricardo para mantener el contacto a la distancia?

- Habla mucho con Gonzalo Rodríguez y Lucas Diarte. Incluso cuando era pequeño intercambió camisetas con Gonzalo, quien siempre se portó muy bien con él. Mi hijo sigue cada cosa que le pasa al club con mucha pasión.

- ¿Qué diferencias podrías encontrar entre tu vida futbolística y familiar?

- Como jugador era muy disciplinado, con mucha voluntad y ganas. Sabía mis limitaciones, pero gracias a eso y a la constancia pude hacer muchos goles y jugar en grandes instituciones. No era un dotado técnicamente, mi hijo es mucho mejor en ese aspecto, pero la disciplina y la constancia fueron claves en mi carrera. Como padre, trato de inculcar esos valores a mis hijos, enseñarles que todo se consigue con trabajo y perseverancia, y que cuando las cosas no salen hay que seguir intentando para quedar tranquilo de que uno hizo todo lo posible.

- Dijiste que no querés que te recuerden solo como jugador, sino como persona. ¿Por qué?

- Porque el jugador pasa, pero la persona queda. Hay jugadores que fueron muy buenos, pero son olvidados por ser malas personas. Yo quiero ser recordado como un buen tipo, alguien que pasó por los clubes y pudo mirar a la cara a sus compañeros, dirigentes e hinchas sin problemas. Lo más importante es eso, más allá de los goles o lo que pase en el campo de juego.