La caída del régimen de Bashar al Asad es, ante los ojos de los países llamados “occidentales”, una buena noticia. Para los países árabes y para las Naciones Unidas, se trata de un problema a resolver y para los propios sirios desencadenó una mezcla de euforia -por la caída de una dictadura de 54 años en poder de la familia Al Asad- e incertidumbre por el caos que puede desencadenarse en manos de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), catalogado como “terrorista” por el Consejo de Seguridad de la ONU.

“No deseamos que Siria caiga en la anarquía”, declaró el sábado el ministro jordano de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, desde Aqaba, donde Jordania acogió a los ministros de Asuntos Exteriores de la región, así como al secretario de Estado, Antony Blinken, para debatir sobre la transición en Siria.

Lo que todos comparten, es el temor por la posible generación de un vacío de poder en la región y un agravamiento de la situación humanitaria si la transición no se da de forma ordenada y pacífica, sostienen las investigadoras Agostina Losada, Bianca Lombardi y Lucila Sapp, del de Instituto Rosario de Estudios del Mundo Árabe y Islámico, de la Universidad Nacional de Rosario.

EN DAMASCO. Estudiantes tiraron las estatuas del padre de Al Asad.

“Dentro de los actores más relevantes del primer grupo (quienes celebran la victoria de los rebeldes) se destacan los países europeos, Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Turquía. Ya sea por afinidades ideológicas, valores o intereses propios, varios países han expresado su apoyo a una transición pacífica en Siria”, sostienen las autoras en un artículo publicado por el periódico “El Ciudadano”. Ese grupo hizo un llamado a desescalar la violencia.

Israel, al contrario, envió tropas a una zona tapón al este de los Altos del Golán (frontera con Siria), zona que ocupó en 1967 y anexionó años después. Ante los ojos de la ONU, se trata de una movilización que constituye “una violación» del acuerdo de retirada de 1974 entre Israel y Siria.

Irán y Rusia, que sostenían a nivel político, militar y económico al régimen de Al Asad -Teherán a través de la organización Hezbollah y 5.000 combatientes de la Guardia Revolucionaria, y Rusia con servicios de inteligencia, aviones y bases militares- son los grandes perdedores en este juego geopolítico. Irán apuntaba a cerrar el “anillo de fuego” que lo protegiera y Rusia a consagrarse como una de las potencias con mayor peso en Medio Oriente.

“Con Rusia concentrada en la guerra en Ucrania; e Irán, Hezbollah y Hamas enfocados en el conflicto con Israel, los rebeldes vieron una oportunidad única para dar el golpe final. A prima facie, el escenario regional es incierto”, dicen Losada, Lombardi y Sapp. La Siria post Al Asad, advierten, debilita a Irán y Rusia en la región, mientras que fortalece la influencia de Israel y Turquía.

Proscriptos

El hecho de que HTS, la autoridad de facto en Siria, sea un grupo designado como terrorista es una preocupación de primer orden para la ONU.

Según una resolución del Consejo de Seguridad sobre Siria, adoptada en el punto álgido del conflicto civil, HTS está considerado un grupo terrorista, publica ayer en su página web la ONU.

EUFORIA. Miles de jóvenes salieron a celebrar la caída del régimen.

“La Resolución 2254, adoptada por unanimidad por el Consejo en 2015, insta a los Estados miembros a prevenir y reprimir los actos terroristas cometidos por el Frente Al-Nusra, predecesor del grupo HTS. ¿Podría ser esto un obstáculo para las negociaciones internacionales o dirigidas por la ONU con HTS, y para los intentos de construir una paz estable en Siria, con instituciones fuertes e inclusivas?”, se puede leer en “Noticias ONU”.

Kiho Cha, oficial superior del Departamento de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, explicó que HTS fue incluido en la lista en mayo de 2014, cuando el Comité del Consejo de Seguridad encargado de supervisar las sanciones relativas al Estado Islámico (Dáesh) y Al Qaeda, y a las personas asociadas a estos grupos, consideró que se trataba de una organización terrorista vinculada a Al Qaeda.

En julio de 2024, un informe del equipo de supervisión del Comité afirmaba que HTS era el grupo terrorista predominante en el noroeste de Siria. Su líder, Mohammad Al-Jolani, también está en esa lista desde 2013.

La inclusión en esa lista de “organizaciones terroristas” implica que está sujeta a tres medidas de sanción: congelación de activos, prohibición de viajar y embargo de armas. A escala internacional, se espera que los Estados miembros cumplan estas medidas, aunque hay algunas excepciones, como el movimiento de activos para el envío de ayuda humanitaria o el permiso para viajar para facilitar negociaciones políticas.

Para que Hayat Tahrir al-Sham deje de estar proscrita como organización terrorista haría falta que un Estado miembro proponga su exclusión de la lista. La propuesta pasaría al Comité pertinente del Consejo de Seguridad, explicó Kiho Cha. Representantes de los 15 países que componen el Consejo tendrían que tomar una decisión unánime para aprobar la propuesta.

Es posible que ya haya Estados miembros debatiendo la posibilidad de proponer dicha supresión de la lista, pero esa petición no se ha hecho oficial, explicó.