Desde las 8.15 se llevará a cabo la cuarta audiencia testimonial en el juicio político que se lleva adelante en el tercer piso de la Legislatura contra Carolina Ballesteros, jueza del Colegio de Jueces del fuero penal del Poder Judicial de Tucumán. Está previsto que sean seis los testigos los que se presenten ante el Jurado de Enjuiciamiento que preside Eleonora Rodríguez Campos para responder las requisitorias de la comisión de Juicio Político, a cargo de Sergio Mansilla (presidente subrogante de la Cámara, y las de la defensa de la magistrada, a cargo del abogado Gustavo Morales.
Según el cronograma que comunicó la Secretaría del Jurado de Enjuiciamiento, a cargo de Álvaro del Barco Mugavero, está previsto que hoy concurran los testigos Juan Martín Bulacio González; María Celmira Ibarreche; Tamara Soledad Ocampo; Solagne Marteau; Alejandra Sain; y Lilia Ester Peralta. Todos ellos comparecerán por la segunda de las acusaciones formuladas por el abogado Mario Leiva Haro contra Ballesteros -y consideradas probadas por la comisión-, por supuesta violencia y acoso laboral contra el personal del Juzgado de la V Nominación, en 2019.
Los testimonios del personal que estuvo bajo el mando de la magistrada comenzaron el viernes, luego de que las empleadas judiciales Sofía Páez Pacheco, Gabriela Córdoba y Edith Barrionuevo fueran las últimas en declarar respecto a los hechos ocurridos en 2022 en la Unidad Fiscal Proteccional de Violencia Familiar y de Género del Ministerio Público Fiscal. Las últimas dos, en coincidencia con lo descripto por otros testigos días atrás, hicieron mención a una situación de tensión y vehemencia atípica que se generó cuando la jueza concurrió el 29 de septiembre por la tarde a retirar pertenencias de su padre, víctima en una causa por lesiones agravadas por el vínculo. Páez Pacheco, sin embargo, dijo que no supo de hechos relevantes vinculados a la causa en aquella jornada.
La primera testigo en declarar por las denuncias por supuestos malos tratos fue Mariana Capilla, quien se desempeñó como secretaria durante menos de dos meses en el Juzgado que encabezó Ballesteros. Dijo que en el poco tiempo que estuvo no había un ambiente hostil y que la magistrada “se puso al hombro” un Juzgado que estuvo 10 años parado. Dijo que había al menos 200 causas paralizadas, y algunas graves que prescribieron. Afirmó que cuando la jueza llegó se advirtió un cambio de trabajo, con mayor movimiento procesal.
Posteriormente brindó su testimonio Carlos “Chiqui” López, quien se desempeñaba como secretario del Juzgado en aquel momento. “No tengo ningún vínculo con las partes. Con Ballesteros tenemos un encono personal que no me impide ser objetivo ni declarar”, advirtió desde el inicio. El empleado judicial de casi 30 años de carrera tuvo uno de los cruces más ásperos con la defensa y relató que fue denunciado penalmente por la jueza en el poco tiempo que trabajaron juntos, pero que fue sobreseído el año pasado. “Desde que llegó tuvo una sola intencionalidad: mancillar mi nombre; llegaba al Juzgado con sed de venganza”, sostuvo.
A diferencia de lo que dijo Capilla, López (vetado seis veces por José Alperovich para ser juez) afirmó que no había causas paralizadas y que eso se plasmó en una auditoría que realizó la Corte Suprema. Morales, en tanto, se paró y desplegó una lámina desde la altura de su cabeza hasta los pies para mostrar las cientos de causas que se dijo que quedaron paralizadas. Repasó también que dejó de ser entrenador de rugby como consecuencia de difamaciones de parte de Ballesteros; sin embargo, Morales le marcó que no querelló a la jueza por calumnias e injurias.
El empleado judicial Demetrio Kuchimpos también se despachó con dureza contra la magistrada. Contó que lleva 34 años trabajando en el Poder Judicial y recordó de la peor manera el tiempo que se desempeñó como prosecretario bajo el mando de la aguada de incumplir los deberes inherentes a su cargo. “Los 26 días que pasé con Ballesteros fue lo peor que me pasó en el ámbito laboral”, dijo. Habló de malos tratos, de amenazas y de difamaciones. Dijo que el 6 de marzo de 2019 solicitó el traslado porque se sintió entre la espada y la pared.