“Mi hijo nació un lunes por la noche y cuando desperté al otro día, en las redes sociales de la mitad de mi familia ya estaba publicada su foto. En ese momento decidí dos cosas: pedí que se me consultara antes de compartir sus fotografías, y que yo no lo haría”. La declaración pertenece a Ana María González, empleada administrativa y mamá de León, quien no se subió a una práctica que es cada vez más común.
La virtualidad siempre le generó inquietud a la mujer de 45 años, debido a que siente que no conoce todos los alcances que tiene el mundo online. “No estoy en contra de ellas, pero me abruman sus cambios vertiginosos”, comenta. Por eso, esperará a que su hijo (que ahora tiene 10 años), crezca un poco más y decida si quiere o no que sus recuerdos se graben en el ciberespacio.
En contracara, alrededor del mundo, los niños y niñas que tienen una huella digital prematura son millones. Según un estudio del grupo de investigación internacional EU Kids Online, el 89% de las familias comparten contenido de sus hijos en redes sociales al menos una vez al mes. Del mismo informe, se desprende que solo el 24% de los padres les consultan a los menores si están de acuerdo con la publicación de su información o imágenes en línea.
Este fenómeno se conoce como “sharenting”, y en varios países ya abrió un debate profundo sobre hasta qué punto los padres tienen derecho a exponer la vida de sus hijos.
Desarrollo e impacto
Esta práctica se popularizó con fines que parecían beneficiosos desde todos sus ángulos, como crear recuerdos y documentar la crianza, conectar con familiares lejanos o compartir experiencias y consejos con otros padres. No obstante, no tardó en aparecer un lado no tan luminoso en la web.
“Si las redes sociales de los adultos a cargo no cuentan con una configuración de privacidad adecuada, los riesgos se multiplican: robo de identidad, exposición de datos personales del niño o su familia, pedofilia y ciberbullying”, menciona Melina Bella, licenciada en psicopedagodía.
No son pura vanidad: por qué nos seguimos sacando selfiesEn ese sentido advierte que uno de los principales problemas del sharenting es la exposición a la ridiculización. “En ocasiones, se comparten imágenes del niño o la niña en situaciones embarazosas para entretenimiento de otros. Es importante que los padres reflexionen sobre cómo se sentirá ese menor al ver su huella digital dentro de unos años”, señala.
Los efectos pueden ser significativos, especialmente en la adolescencia, etapa en la que la imagen y la aceptación social adquieren un gran peso. “Hace poco veíamos en redes sociales videos de padres arrojando fetas de queso en la cara de sus pequeños como parte de un ‘challenge’. Esa acción es violencia, y esa información formará parte de la huella digital del menor”, advierte Bella.
Protección
En países como Estados Unidos y España ya resonaron casos de madres que demandaron a familiares por compartir contenidos de sus hijos sin su consentimiento, o jóvenes que al cumplir la mayoría de edad demandaron a sus progenitores influencers por haber lucrado con su imagen.
“En Argentina expresamente no hay una ley que prohiba a los padres publicar fotos de sus hijos en redes sociales”, afirma Luciana Nievas, abogada que aclara que eso no impide que ante la solicitud de uno de los progenitores se pueda prohibir al otro hacerlo en medio de alguna separación conflictiva.
Existe una generación de personas con fotos felicesLo que sí existe, según explicó la letrada, es una serie de recomendaciones para proteger parte de la intimidad del niño que se amparan en la ley 26.061, donde se prohíbe la publicación de datos personales de niños, niñas y adolescentes en caso de afectar su bienestar o desarrollo integral.
“Se recomienda, por ejemplo, no publicar imágenes que muestren la escuela a la que asiste, su uniforme o cualquier otro detalle que revele información sensible”, desglosa.
Protección y cuidado
La publicación de contenido sobre menores no solo puede vulnerar la privacidad de los más pequeños, sino que también impacta en su bienestar emocional. “Los papás, en el afán de querer mostrar, exponen demasiado a sus hijos. Y una vez que se comparte un material en internet, es muy difícil eliminarlo por completo”, explica Silvina Sleiman, licenciada y especialista en Marketing Estratégico y Negocios Digitales.
También señala que el uso excesivo de redes por parte de los niños genera una dependencia de la aprobación social. “No es solo un tema de seguridad, sino también de bienestar emocional. La falta de interacción en un video o una publicación puede generar frustración y un sentimiento de fracaso en los chicos”, analiza.
Por ello, la especialista aconseja a los padres tomar conciencia sobre la privacidad en redes mediante el chequeo en la configuración de todas las plataformas que utilizan.
“Hay que asegurarse de que las publicaciones sean privadas y controlar quiénes forman parte de la comunidad digital del niño. También es importante evitar compartir ubicaciones o datos personales”.
Mientras que, para finalizar, Sleiman sostiene que la educación digital es clave para evitar los riesgos del sharenting, por lo que considera que la escuela también podría involucrarse en la enseñanza sobre seguridad digital.
“Si el hogar y la escuela trabajan juntos en la prevención, podríamos evitar muchos delitos y riesgos para los niños”, sentencia.
En un mundo hiperconectado, el desafío de los padres no solo es criar a sus hijos con amor y responsabilidad, sino también proteger su identidad digital, por lo que compartir menos y reflexionar más podría ser la clave para evitar futuras complicaciones ya que al final del día, lo que más importa no es la cantidad de “me gusta”, sino el respeto por su derecho a decidir sobre su propia imagen en el futuro.
Consejos prácticos
Como la exposición digital de los niños es un tema que requiere un enfoque responsable, antes de compartir su imagen o información en redes, es importante seguir algunas pautas para minimizar riesgos y garantizar su seguridad en el mundo online.
Por eso los expertos recomiendan tener en cuenta estos cuatro puntos antes de lanzar cualquier contenido de menores al ciberespacio:
• Evitar publicar imágenes que puedan resultar vergonzosas para el menor en el futuro.
• Configurar las redes sociales con privacidad estricta.
• No compartir datos personales ni ubicaciones.
• Reflexionar antes de publicar: ¿cómo podría afectar esto a mi hijo o hija dentro de unos años?
Es que aunque el sharenting pueda parecer inofensivo, sus implicancias siempre van más allá de una simple publicación.