En el oeste de la Provincia de Buenos Aires, alejado de las playas y las ciudades más codiciadas, se encuentra uno de los destinos más exóticos y desconocidos por los turistas: Villa Epecuén. Este lugar, que supo ser el lugar turístico por excelencia a principios del siglo pasado, fue azotado por una terrible inundación que la dejó en ruinas. Sin embargo, el lugar supo oponerse a la adversidad y hoy funciona como un museo al aire libre, recordando la tragedia que sufrió y reivindicando sus épocas de gloria.

Un pueblo marcado por la prosperidad y la tragedia

Villa Epecuén fue el destino turístico más importante de principios del siglo XX, debido principalmente a la inauguración de su propio balneario en 1921. El complejo fue inaugurado por el que se considera fundador del pueblo, Arturo Vatteone, y desde ese momento se convirtió en el balneario más exclusivo y exótico del país. Durante más de seis décadas, el lugar estuvo repleto de hoteles de lujo, casas elegantes, comercios y una escuela, siendo el destino más elegido por la aristocracia bonaerense y porteña de entonces, que también elegían a la Villa debido a que sus aguas, supuestamente, tenían propiedades curativas.

Por desgracia, todo cambió para mal en 1985. Las intensas lluvias que hubo durante ese año aumentaron el nivel del mar a punto tal que la represa que se construyó acabó cediendo, inundando toda la ciudad. Si bien los 1.500 habitantes pudieron ser evacuados a tiempo y no hubo que lamentar víctimas fatales, el pueblo quedó cubierto de agua durante más de 20 años. El agua tapó por completo casas, escuelas, hospitales, la municipalidad del lugar y el edificio llamado “El matadero” del arquitecto Francisco Salamone.

UNA RELIQUIA DEL PASADO. A principios del siglo XX, fue el destino turístico por excelencia. / REVISTA GENTE

El pueblo que se volvió museo

Hoy en día, el pueblo se considera un lugar “fantasma” debido a que ya no vive nadie allí, y su último habitante falleció en enero de 2024 a los 93 años. Pero a la vez que es considerado un pueblo fantasma, también es un museo al aire libre que invita a recorrer el lugar y conocer su historia. Las entradas tienen un valor de $2 mil. El recorrido está señalizado y se pueden ver lo que queda de las estructuras que alguna vez funcionaron, casas llenas de sal y edificaciones en ruinas de lo que en el pasado fue el principal foco turístico, siendo “El matadero” uno de los focos principales de atracción. También está habilitada la visita y entrada al Lago Epecuén, que según se dice, aún conserva sus propiedades curativas.

CONGELADA EN EL TIEMPO. Villa Epecuén sufrió una terrible inundación hace 40 años que la dejó bajo el agua. / ABC