Esta pequeña isla ubicada en el sur de Japón es un lugar ideal para los amantes de los gatos. Aoshima es una pequeña isla rural situada en la prefectura de Ehime. Posee apenas un kilómetro cuadrado y los felinos que ahí habitan, deambulan libremente, siendo mucho más numerosos que los habitantes humanos.

La isla fue apodada como la "el cielo de los gatos", debido a la gran población felina que la habita. Con unos 120 gatos viviendo en ella, la relación es sorprendente: por cada persona en Aoshima, hay tres gatos.

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En los últimos años, el lugar fue destacado por miles de turistas apasionados por los gatos, que llegan para disfrutar de su vida en libertad. Los felinos, acostumbrados a la presencia de los visitantes, suelen recibirlos con un cálido ronroneo, haciendo que la experiencia sea única.

Los inicio de la isla que es “el cielo de los gatos”

Según The Atlantic, los visitantes se encuentran con estos animales desde que bajan del barco en el puerto de la isla. La principal actividad económica era la pesca, sin embargo, ante la reducción de las poblaciones de animales marinos muchas personas emigraron a las ciudades japonesas para trabajar.

Los gatos no llegaron por sí solos a la isla, fue gracias a un pescador a mediados del siglo pasado que decidió llevar unos cuantos ejemplares para tratar una plaga de ratones, sin embargo, en un acto de irresponsabilidad los felinos fueron dejados en cautiverio y a partir de ese momento su población creció muy rápido.

De acuerdo con información de la agencia Europa Press, la enfermera del pueblo es la encargada de alimentar regularmente a estos animales, decenas de felinos se sientan a las afueras del centro médico para recibir un poco de comida. El imperio gatuno se hace notar en cada espacio de la isla, pues las actividades humanas son escasas, no hay restaurantes, ni tiendas, por esta razón las agencias de viajes piden a los turistas que lleven su propia comida y respeten a la población local.

El problema del turismo humano

La población de felinos creció de manera descontrolada por la ausencia de depredadores naturales, así que de forma indirecta se convirtieron en los gobernantes de este espacio. Los gatos no son muy quisquillosos y regularmente sobreviven gracias a la comida que llevan los visitantes como bolas de arroz, barritas energéticas o papas.

Aunque el número de visitantes que recibe la isla los fines de semana no es muy alto, es lo suficiente para que algunos locales se digan incómodos ante las actividades turísticas. Un capitán de barco de la isla comentó para el diario local Yomiuri que nunca antes habían tenido esa cantidad de personas en la zona.

El gobierno japonés consideró que la localidad es de tipo genkai shuraku o “poblaciones al límite”. Esto quiere decir que el promedio de vida de las personas que habitan el lugar es mayor a 65 años, lo cual representa un problema sociológico y político, pues lo que quieren evitar es que el mundo rural se convierta en paisajes escénicos despoblados.