Desde el momento en que murió el Papa Francisco, en el Vaticano se ha iniciado un período llamado “Sede vacante”. Es un tiempo en el cual no se toman decisiones relevantes y todos los trabajos institucionales se enfocan en la organización del Cónclave y la puesta a punto de todos los espacios donde este se desarrollará. El Cónclave es la reunión de todos los cardenales del mundo para, mediante voto secreto, elegir un sucesor del Sumo Pontífice. En estos días escucharemos y veremos en los medios de comunicación la palabra “papable” o “papabile” (en italiano), que implica que un cardenal tiene a juicio de ese medio, o de especialistas en la cuestión, grandes posibilidades de resultar electo sucesor de San Pedro. Sin embargo, entre los vaticanistas (especialistas en cuestiones del Vaticano) existe el proverbio: “Quien entra al Cónclave como Papa, sale como Cardenal”, frase que refleja una de las realidades más significativas de lo que ocurre en el Colegio Cardenalicio durante la elección. Para explicar lo que eso significa les contaré que tanto Pablo VI como Benedicto XVI fueron considerados papables y resultaron electos, sin embargo Juan XXIII, Juan Pablo I, Juan Pablo II y, el propio, Francisco no estaban en las listas de papables al momento que fueron electos. Conociendo la máxima ya expuesta me resulta un poco doloroso que figuren hoy como papables tanto el italiano Pietro Parolín como el filipino Luis Antonio Tagle, ya que ambos son herederos de Francisco y serían continuadores de su obra.
Marcelo Daniel Castagno
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