Consagrado el día 3 de mayo como el de la libertad de prensa por la Unesco y Naciones Unidas en 1991 (previsto entre otros derechos ciudadanos  en el amplio artículo 14 de la Constitución Nacional) resultan sorprendentes unas expresiones del presidente argentino sobre el periodismo. Particularmente el lenguaje con el que se sostiene su mensaje. Un lenguaje no sólo impropio de quien ejerce la primera magistratura del país sino aún de cualquier persona en un contexto social medianamente civilizado. El verbo odiar, por caso,  conjugado en una frase, toda ella con un lenguaje procaz o insolente, adquiere sonoridades escandalosas cuando forma parte del discurrir nada menos que del presidente de una nación. El artículo 14 de la Constitución Nacional, entre otros derechos, se incluye para el ciudadano “el de  publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. En sus frecuentes críticas a la prensa cada vez que le cuestionan algo  de sus dichos o decisiones en su cuenta de X, por lo general muy activa, el presidente argentino llega a afirmar, reiteradamente, que “la gente no odia lo suficiente a los periodistas”.  “La libertad expresiva contiene un valor adicional, pues,  además de fortalecer la libertad y la dignidad personales, favorece el descubrimiento de la verdad en cualquier ámbito y materia, mediante la práctica del libre debate”. Una definición excelente de la prestigiosa constitucionalista María A. Gelli en su libro “Constitución de la República Argentina”-Ed. LA LEY (2011).

Carlos Duguech

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