Ya hay varios ingenios moliendo. Pronto lo estarán todos. Tempranamente se hizo pública una propuesta, con el mejor de los propósitos, para que antes del 1° de mayo la zafra tuviera estructurado un sistema para afrontar un año que se presenta complicado. El 18 de febrero se dieron a conocer las bases de un armado técnico que sacaba los grandes excedentes y que haga posible la recuperación de un Mercado Interno con precios envilecidos desde hace un año y medio. Se apoyaba en el ineludible concurso de todos los cañeros para concretar masivas exportaciones que se sumaban a las de origen industrial. Además dada la alta vulnerabilidad del sector agrícola se proponían mecanismos que hacían a su protección. Armar una zafra no es cosa fácil y ésta, la número 205, demandaba igual que todas las anteriores, insomnios y empeños para dar con el mejor sistema posible. De seguro el obispo en la primera, en 1821, habrá puesto lo máximo de sí para sacarla adelante. La de ahora tiene la particularidad, que de no modificarse su ecuación actual, iremos inexorablemente a grandes pérdidas estimadas en 400 millones de dólares. El 21 de marzo se amplió la iniciativa con una concreta propuesta abarcativa de todos los temas. Recientemente encumbrados protagonistas de la actividad y el gobierno suscribieron un Acta Compromiso que resulta distinta a aquella. Tendrán sus razones. Es menos agresiva en lo que hace a los volúmenes exportables y lenta en los tiempos de los embarques. Tampoco nada se hizo para frenar el crecimiento de la importación de edulcorantes que en el último año pasaron de 683.303 a 901407 tdas equivalentes azúcar o sea tres ingenios nuevos, ni de la tremenda carga fiscal en crecimiento que azota la actividad. El tema está así terminado y no hay espacios para más consideraciones. Quiera Dios que las circunstancias y hasta la naturaleza obren en beneficio de lo firmado y que todo conduzca a buen puerto sabiendo que previamente habrá que afrontar aguas procelosas. En definitiva todos estamos sujetos a su éxito o fracaso. Vaya el agradecimiento a los que tuvieron la paciencia de leernos, escucharnos y adherir a mi propuesta, y más aún a los que hicieron llegar sus aportes para enriquecerla. También a los dirigentes y entidades que manifestaron su apoyo y al periodismo que dio cabal muestra de interpretación. Más allá de los resultados económicos que sobrevengan, es bueno para templar los ánimos, recordar aquellas líneas en la Historia Azucarera Argentina cuando nos dice que para los tucumanos, “no tiene precio saborear el viento azucarado de las cañas”.
Horacio Ibarreche