Lautaro Martínez es intrépido, fuerte y luchador. Hace honor a su apodo, “Toro”, en cada partido. No tiene cuernos, pero sabe cuándo clavar la daga. No se deja engañar por una simple bandera, y esta vez volvió a demostrarlo. En la semifinal de vuelta de la Champions League, el torero era Barcelona: un rival bravo, sagaz y veloz. Pero Inter, liderado por el delantero argentino, supo golpear primero, superar los desafíos y alimentar su sueño de levantar la cuarta orejona de su historia.

La lucha en el estadio Olímpico de Montjuïc había sido pareja: el Inter intentó quedarse con el triunfo con ataques rápidos y efectivos, pero los catalanes lo emparejaron con la calidad de Lamine Yamal y Raphinha. El saldo para los “Nerazzurro” parecía desfavorable: no habían logrado llevarse una ventaja a Italia (terminaron 3-3) y, sobre todo, parecía que perderían a su máxima figura para la vuelta, en la arena del Giuseppe Meazza.

La situación de Martínez mantuvo en vilo a Simone Inzaghi durante toda la semana. Nadie sabía cuál era su estado físico real, y muchos lo daban por descartado. Sin embargo, “Toro” sorprendió a último momento: fue incluido en el once inicial y tardó solo 21 minutos en demostrar que estaba listo.

Federico Dimarco, como si fuera un perro de caza, recuperó la pelota en mitad de cancha. Y así como pegó, mostró su clase: metió un pase quirúrgico para Denzel Dumfries. El carrilero pisó el área y, mano a mano frente a Ter Stegen, eligió el pase en lugar del remate. Vio a “Toro” por el centro.

El delantero apareció, puso un remate potente y salió a festejar. El gol encaminaba la clasificación, pero todavía quedaba mucho por delante.

Y como buen toro en su plaza, siguió embistiendo. No había manera de frenar su potencia. Buscaba y buscaba. Nada lo paraba. Y, sobre el final del primer tiempo, volvió a aparecer: entró al área del Barcelona con pelota dominada y recibió una barrida de Pau Cubarsí. Tras la revisión del VAR, el juez Szymon Marciniak marcó penal.

“Toro” podría haber ejecutado el disparo, pero esta vez dejó de lado su instinto goleador. Hakan Çalhanoglu tomó la responsabilidad y anotó el 2-0. Parecía que la clasificación estaba a la vuelta de la esquina.

El partido cambió por completo en el segundo tiempo. La defensa blaugrana elevó su nivel y logró maniatar a la “bestia” Martínez: lo anuló e hizo que se desgastara con piques constantes. La posesión de los Culés lo agotó, y los goles de Eric García y Dani Olmo parecían sepultar las aspiraciones del Inter.

La cara de Martínez reflejaba desazón, tristeza, y la sensación de que, una vez más, el Inter se quedaría a las puertas del sueño que persigue desde 2010.

Inzaghi, en busca de un empujón anímico, reemplazó a “Toro” por Mehdi Taremi. El objetivo era refrescar la zona ofensiva, pero la fórmula no parecía tener efecto. Barcelona se agrandó por completo y asestó un golpe letal al minuto 87: Raphinha, con un sablazo, anotó el 3-2.

Las cámaras enfocaban el rostro de desconcierto de Martínez. “Toro” estaba sentado en el banco de suplentes, con un camperón y una tenue esperanza de que el empate llegara cuanto antes.

El árbitro adicionó cinco minutos y solo un milagro podía emparejar el resultado. Yamal, incluso, lanzó un remate que impactó en el poste del arco del Inter. Martínez se agarró la cabeza, atónito por la situación.

El milagro “neroazzurro”, sin embargo, ocurrió: Dumfries recuperó una pelota al borde del área y puso un centro rasante al corazón del área. Como si imitara a “Toro”, Francesco Acerbi entró y marcó el 3-3. El italiano, de 37 años, se sacó la remera, corrió hacia el córner y desató la locura en el Giuseppe Meazza. El tanto lo merecía.

El tiempo adicional no bajó la intensidad. Ambos equipos lucharon, pero Inter fue más efectivo. Davide Frattesi puso el 4-3 definitivo al minuto 99, y la historia parecía sentenciada. “Toro” fue uno de los más eufóricos al gritar ese gol.

El resto del partido se basó en los intentos desesperados del Barcelona, todos frustrados por Yan Sommer.

La victoria no solo acerca a Lautaro Martínez a la posibilidad de consagrarse campeón: también instala una duda inevitable. ¿Es candidato al Balón de Oro? Hay varios nombres en carrera, pero “Toro” es un firme aspirante, y no dudará en embestir a quien sea por dejar su nombre en lo más alto del fútbol.