Francesco Acerbi no tiene una historia común en el fútbol. Tiene una historia de redención. A los 37 años, el defensor central del Inter de Milán se convirtió en el héroe inesperado del equipo en la semifinal de la Champions League: marcó el gol que forzó el alargue ante Barcelona, en una serie inolvidable que terminó con la clasificación de los italianos a la gran final. Lo increíble es que fue su primer tanto en el certamen europeo y, todavía más increíble, es el camino que recorrió para llegar hasta ese momento.
Nacido en Vizzolo Predabissi, en la región de Lombardía, Acerbi comenzó su carrera en el humilde Pavia de la tercera división italiana. Siempre jugó en su país y pasó por varios equipos, entre ellos Milan, Sassuolo y Lazio, con quien fue campeón. Desde 2022 defiende la camiseta del Inter.
Pero su carrera estuvo a punto de terminar antes de despegar. Él mismo lo reconoció: “No me respetaba, no respetaba mi trabajo. Llegaba ebrio a los entrenamientos, dormía apenas unas horas. Solo lo justo para rendir. Vivía de noche. Sin la enfermedad, hubiera terminado muy mal. Nadie me hubiera salvado”.
La enfermedad llegó en 2013, cuando un chequeo médico previo a su pase al Sassuolo le detectó un tumor testicular. Lo operaron. Volvió, pero el cáncer reapareció. Fue operado una segunda vez y pasó un año alejado de las canchas. Fue entonces cuando decidió cambiar.
Acerbi llegó a lo más alto y ahora busca la gloria con Inter
“El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por haberlo tenido”, dijo años después. Desde ese punto de inflexión, comenzó a ser un verdadero profesional. Recuperó su nivel, se convirtió en un defensor confiable y alcanzó la élite del fútbol italiano.
Hoy, más de una década después de aquella dura batalla, Acerbi vive su momento más alto: le marcó a Barcelona en la Champions, le dio vida al Inter cuando todo parecía perdido y jugará la final del torneo más importante de Europa. El defensor que tocó fondo y volvió, ahora está en la cima.