En vísperas del cónclave que definirá al próximo Papa, el Colegio Cardenalicio celebró 12 congregaciones generales entre el 22 de abril y el 6 de mayo en el Vaticano, donde analizaron los principales desafíos que enfrenta la Iglesia en el contexto global actual. Las sesiones, que incluyeron a los cardenales electores y a los mayores de 80 años, sirvieron para compartir diagnósticos, preocupaciones y expectativas sobre el rumbo de la Iglesia.

Las primeras reuniones se concentraron en aspectos formales como los arreglos funerarios y la organización del cónclave, pero pronto los temas abordados giraron hacia asuntos de fondo: la misión evangelizadora, el dolor persistente por los abusos sexuales, los conflictos armados en diversas regiones, las divisiones internas, la crisis vocacional, la situación financiera de la Santa Sede y el perfil necesario del próximo pontífice.

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Evangelización como prioridad

Uno de los ejes centrales de las congregaciones fue la necesidad de revitalizar la misión evangelizadora de la Iglesia. Se insistió en la urgencia de salir al encuentro del mundo, de comunicar el Evangelio con lenguaje claro y coherente, y de buscar formas efectivas para que la fe llegue a las nuevas generaciones. Algunos cardenales señalaron que el testimonio de vida cristiana es, hoy más que nunca, clave para la credibilidad del mensaje.

Un clamor por la paz

Desde zonas de guerra como Ucrania, Medio Oriente y África, varios cardenales relataron el drama de la violencia y pidieron un compromiso renovado de la Iglesia por la paz. En la última congregación, se expresaron preocupaciones por la falta de avances diplomáticos y se pidió un alto el fuego global, así como más oración de los fieles por la reconciliación.

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Abuso sexual y heridas abiertas

El escándalo del abuso sexual volvió a aparecer como una herida que sigue sin cicatrizar. Los cardenales coincidieron en que la Iglesia debe continuar con determinación su camino de justicia, reparación y prevención. También se mencionaron escándalos financieros como parte del "contra-testimonio" que debilita su credibilidad.

Transparencia económica y sostenibilidad

La situación financiera del Vaticano fue otro de los puntos tratados. Se debatieron propuestas de sostenibilidad, reformas estructurales y el rol de organismos como el Instituto para las Obras de Religión (IOR). Se destacó la importancia de una administración transparente y de una economía al servicio de la misión pastoral.

Sinodalidad y división interna

El proceso sinodal impulsado por el Papa Francisco fue ampliamente mencionado como un camino hacia una Iglesia más participativa. Sin embargo, también se expresaron tensiones y resistencias internas, así como preocupación por la polarización creciente entre sectores de la Iglesia. Los cardenales coincidieron en la necesidad de fortalecer la unidad sin perder la diversidad.

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Crisis de vocaciones y juventud

La disminución de vocaciones sacerdotales y religiosas fue otro tema recurrente. Se llamó a una renovación espiritual que interpela no sólo a los seminaristas, sino también a las familias, comunidades y estructuras pastorales. También se habló de la responsabilidad de educar a los jóvenes y ofrecerles horizontes de sentido.

Compromiso con los pobres y migrantes

El servicio a los más necesitados y la defensa de los migrantes también formaron parte de las discusiones. Se destacó el rol de Cáritas y el llamado evangélico a una Iglesia que sea hospital de campaña, cercana al dolor humano.

Otros desafíos globales

Además, se abordaron temas como el cuidado del medio ambiente, el diálogo ecuménico e interreligioso, la centralidad de la liturgia, la reforma de la Curia y la necesidad de fortalecer el papel del Colegio Cardenalicio en el gobierno de la Iglesia.

Aunque las sesiones se celebraron a puerta cerrada, los resúmenes oficiales y los testimonios posteriores permiten reconstruir un panorama complejo pero esperanzador. Con visiones diversas, los cardenales coincidieron en que la Iglesia necesita un liderazgo capaz de leer los signos de los tiempos, sanar heridas y abrir caminos. El próximo Papa heredará un mapa de desafíos tan exigente como vital.