Un antiguo artefacto exhibido por años en un museo pasó totalmente desapercibido durante un extenso período. Hasta que la investigadora histórica de la Universidad de Cambridge, Federica Gigante, se interesó por él. Al encontrar una foto del dispositivo en internet, decidió estudiarlo de cerca y el resultado le impactó.

Descubrieron un nuevo color y solo cinco personas lograron verlo: ¿cuál es y cómo se llama?

El dispositivo, un astrolabio, fue comparado con un celular milenario porque se cree que se fabricó en el siglo XI y pasó por diferentes culturas y regiones del mundo. De ellas tomó diferentes signos, símbolos, idiomas e inscripciones que cada uno de sus dueños le imprimían para adaptarlo a su propio uso.

¿Qué es un astrolabio?

Un astrolabio es un instrumento antiguo utilizado para observar y calcular la posición de los astros. Fue creado por los griegos y perfeccionado por los astrónomos islámicos de la Edad Media. Está compuesto por un disco graduado (llamado “mater”) y una serie de placas móviles que representan el cielo desde diferentes latitudes. Una parte superior, llamada “rete”, simula el movimiento de las estrellas y del Sol.

El astrolabio servía para múltiples fines: determinaba la hora según la posición del Sol o las estrellas, calculaba la altura de un astro sobre el horizonte, establecía la latitud del lugar y ayudaba en la navegación. También se usaba en astrología y enseñanza. Aunque hoy está en desuso, su precisión y versatilidad lo convirtieron en una herramienta fundamental en la historia de la astronomía y la navegación.

El celular milenario descubierto en España

La investigadora aseguró que se trata de un objeto “increíblemente raro”. Es un testimonio de los intercambios que se dieron entre las comunidades judías, árabes y europeas hasta los inicios de la Edad Moderna. El astrolabio tiene inscripciones que ubican su paso por las ciudades españolas de Córdoba y Toledo.

También tiene oraciones musulmanas y nombres de oraciones usados para que sus usuarios recordaran hacer sus rezos diarios. Otras inscripciones sugieren que pudo haber pertenecido a una comunidad judío-sefardí de España. Se encuentran escritas en árabe, la lengua que predominaba en esa comunidad.

Una forma de escribir los números permitió inferir también quién fue uno de sus usuarios. Uno de los signos hebreos, grabados sobre la marca árabe de la latitud 35°, dice “34 y medio” y no “34 ½“, por lo que el grabador, al menos, no sería fabricante de astrolabios ni astrónomo especializado.