En 1890 una mujer tucumana llamada Mercedes del Carmen Pacheco, en plena juventud, escucha en los templos las consideraciones y explicaciones de las encíclicas del Papa León XIII: “Acerca de las obligaciones de los cristianos”, donde se advierten los peligros graves de aquellas horas. Las palabras del pontífice son contundentes: fidelidad a Dios, unidad de la Iglesia y defensa de los derechos de los trabajadores, especialmente de los obreros. Llena de ánimo y de fervor, movilizada por las palabras del “papa obrero”, se convirtió en una ferviente discípula y ejecutora del legado papal, en el corazón mismo de nuestra república.. Se presentó a las autoridades eclesiásticas con apenas 19 años , a ofrecer sus servicios , que se concretaron fundando la “Asociación de la Enseñanza cristiana” que funcionaba en la Iglesia Catedral con tareas misioneras y humanitarias. Su labor a favor de la niñez desamparada desde ese momento y hasta el final de su vida, fue incansable. Nunca permitió que los niños del asilo fuesen sirvientes de ningún avaricioso señor ni señora. Fueron su inspiración y su Norte, al fundar el Instituto de Artes y Oficios de la Sagrada Familia, en 1895, las palabras de la Rerum Novarum: “Es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa”. El instituto, desde su fundación hasta el presente, tuvo como objetivo promover la dignidad de las personas mediante el estudio y el trabajo. Los ecos del bien común, de la justicia y de la equidad social, recuperados por el nuevo Papa León XIV, sucesor de nuestro querido Francisco, tienen un referente invalorable en esta sencilla y humilde mujer tucumana, a la que el Dr. Juan B.Terán refirió como “santa”.

Graciela Jatib

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