Este 27 de mayo la Iglesia Católica conmemora la vida y obra de San Agustín de Canterbury, una figura clave en la expansión del cristianismo en Europa. Enviado por el Papa Gregorio Magno en el siglo VI, Agustín fue el primer arzobispo de Canterbury y es reconocido como el apóstol de Inglaterra.

Originario de Roma, Agustín encabezó una misión de monjes con el objetivo de evangelizar a los pueblos anglosajones. Tras superar resistencias iniciales y con el apoyo del rey Ethelberto de Kent —quien se convirtió al cristianismo— logró fundar una comunidad cristiana estable en el sur de Inglaterra. Su legado perdura hasta hoy: fue canonizado y es considerado el fundador de la Iglesia en Inglaterra.

Además de San Agustín, el santoral de este lunes incluye a San Restituto de Roma, mártir del siglo IV, y a San Bruno de Würzburg, obispo alemán y teólogo del siglo XI que tuvo un rol destacado en el desarrollo del Sacro Imperio Romano Germánico.

Para los creyentes, el santoral ofrece no solo una guía espiritual sino también una forma de recordar el impacto de hombres y mujeres que consagraron su vida a la fe, muchas veces enfrentando grandes desafíos.

El calendario litúrgico continúa siendo, para muchos, una brújula simbólica que vincula la historia, la tradición religiosa y la vida cotidiana.