Tomás de Frari construyó el Correo tucumano durante 14 meses entre 1930 y 1931 porque la empresa del arquitecto Alejando Virasoro entró en desinteligencias con el Gobierno nacional, a causa de lo cual la obra quedó abandonada. Sólo siguió De Frari levantando los muros, con alguna ayuda del sereno de la obra, cuenta Carlos Paz en “El albañil solitario del Correo” (19/02/17). En la imagen que rescató Jorge Olmos Sgrosso se lo ve arriba de los andamios. La obra se haría después por administración y se inauguraría en 1939, durante el gobierno de Miguel Critto. Carlos Páez de la Torre (h) recordó en su nota “El albañil solitario” (en La Tarde del 01/06/82) que De Frari “fue una figura muy popular en San Miguel de Tucumán. El público se congregaba a verlo trabajar y hacía toda clase de comentarios, mientras la prensa de la época le dedicaba, con gran frecuencia, notas y reportajes”.
De hecho hay una crónica que señala la “anormalidad” de la situación. “El edificio del Correo se construye con un solo obrero”, dice. El hombre, nacido en 1889, volvió al anonimato al reanudarse las obras por administración. LA GACETA lo entrevistó dos décadas después, en 1956 (foto pequeña), con motivo de que su expediente de jubilación estaba demorado. La crónica concluye que De Frari “acaso vuelva a desaparecer por años. Pero como parte de un retazo de historia ciudadana, volverá a resurgir en el recuerdo de quién sabe qué generaciones”.