La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurológica poco común y progresiva que daña el sistema nervioso, afectando con el tiempo la capacidad de caminar, hablar, comer e incluso respirar. Aunque aún se desconoce su causa y no existe un tratamiento que logre detener su avance, la medicina actual se centra en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La expectativa de vida promedio tras el diagnóstico es de entre dos y cinco años, aunque existen excepciones como el reconocido físico Stephen Hawking, que logró convivir con la enfermedad durante más de cinco décadas.

Los especialistas señalan que identificar los primeros signos es clave para realizar un diagnóstico temprano. Estos son los principales síntomas iniciales de la ELA a los que conviene prestar atención:

Espasmos y calambres musculares

Uno de los síntomas más frecuentes al inicio son los espasmos y calambres sin causa aparente. Pueden manifestarse como movimientos bruscos o una especie de “ondulación” debajo de la piel. No obstante, los médicos aclaran que estos episodios, por sí solos, no siempre indican una enfermedad neurológica, ya que también pueden deberse a factores como el estrés, el cansancio, infecciones o incluso el consumo de cafeína.

Fatiga persistente

El cansancio constante, difícil de explicar por otras razones, puede ser otro de los primeros signos. La ELA afecta progresivamente a las neuronas motoras, células responsables de controlar los movimientos, lo que genera debilidad y, con el tiempo, una fatiga que se agrava con problemas asociados como el insomnio.

Debilidad en las piernas

Tropezar con frecuencia, sufrir caídas o notar mayor dificultad para subir escaleras son señales de alarma. Esto ocurre porque la enfermedad provoca debilidad muscular en tobillos y piernas, lo que a su vez deriva en desgaste o atrofia muscular.

Manos débiles o rígidas

La pérdida de fuerza en las manos es otro indicio. Los pacientes suelen tener dificultades para tareas cotidianas como abrir un frasco, abrochar un botón o sostener un objeto con firmeza.

Problemas en el habla y cambios emocionales

La debilidad muscular también afecta a la cara, la boca, la lengua y la garganta, lo que puede alterar el volumen y la claridad del habla. Además, la ELA no solo impacta a nivel físico: hasta la mitad de los pacientes presentan cambios en la conducta y en el pensamiento, como dificultades para controlar la risa o el llanto en situaciones inapropiadas.