Jude Law sorprendió al público del Festival de Cine de Venecia al presentar su más reciente desafío interpretativo: encarnar al líder ruso Vladimir Putin en la película política “El Mago del Kremlin”, dirigida por el cineasta francés Olivier Assayas.

En conferencia de prensa, el actor británico dejó claro que nunca dudó en aceptar el papel pese a la posible controversia que podría generar. “Espero no sonar ingenuo, pero no temí repercusiones. Confiaba en las manos de Olivier y en el guión. Sabía que la historia se contaría con inteligencia, matices y consideración. No buscábamos la polémica gratuita, sino mostrar un personaje dentro de una narrativa más amplia”, afirmó.

Jude Law explicó que su proceso de preparación fue más estético que imitativo. En lugar de recurrir a acentos forzados o prótesis, prefirió apoyarse en el trabajo de maquillaje y peluquería para recrear la imagen de un Putin más joven.

“Olivier y yo acordamos que no debía ser una imitación literal. No quería esconderme tras una máscara. Lo que hicimos fue encontrar un punto de familiaridad, y es increíble lo que puede hacer una buena peluca”, comentó.

La política moderna

Olivier Assayas, reconocido por películas como “Clouds of Sils Maria” y “Personal Shopper”, defendió que su obra no pretende ser un retrato exclusivo de Putin, sino una reflexión más amplia sobre la transformación de la política en las últimas décadas. “La película habla de cómo se inventó la política moderna. Parte de ese mal provino del ascenso de Putin, pero no se limita a él. Es una advertencia sobre lo que la política se ha convertido y sobre la situación peligrosa que todos percibimos en el mundo actual”, explicó.

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Frente al Palacio del Cine del Lido, desde primeras horas de la mañana del domingo se formaron largas colas de periodistas de todo el mundo y, al término de las más de dos horas y media de proyección, se escucharon prolongados aplausos.

Los críticos del diario La Vanguardia destacaron el retrato en una de las escenas más logradas del filme: una cena entre amigos en San Petersburgo, la ciudad del zar, a base de risotto con trufa italiana, organizada por Yevgueni Prigozhin, que entre sus múltiples actividades llegó a ejercer también como cocinero.