San Miguel de Tucumán festeja hoy su día y en cada rincón hay una razón de ser que explica por qué la ciudad es como es. La historiadora Cecilia Guerra recuerda que los motivos de su fundación no fueron casuales. “La llamada descarga de las tierras, el interés militar de controlar a los pueblos originarios considerados rebeldes y la necesidad de establecer un punto estratégico en la ruta comercial entre el Perú y el Río de la Plata. La primera ubicación elegida, Ibatín, ofrecía un ‘buen temple’ y tierras fértiles, ideales para la administración española y el control territorial. Allí comenzó todo”, comenta la licenciada.
Pero la historia no quedó quieta. En 1685, el río Tejar cambió su curso y sus crecidas arrasaron con las viviendas del norte de la ciudad, creando condiciones de vida muy difíciles. “A esto se sumó el levantamiento Diaguita–Calchaquí (1656-1659), que dejó a Ibatín casi abandonada y con la economía paralizada, y la fundación de la ciudad de Esteco, que abrió un nuevo camino al Perú evitando los Valles Calchaquíes. Era evidente que había que moverse. El traslado a La Toma, donde hoy se levanta San Miguel de Tucumán, fue una decisión discutida y resistida por algunos, pero necesaria”, agrega.
La vida cotidiana en Ibatín había sido modesta, y según las investigaciones de arqueólogos históricos, la ciudad actual replicó gran parte de aquella fisonomía: casas bajas de adobe, techos de paja, calles de tierra, el Cabildo como símbolo del poder colonial y las iglesias dominando el paisaje. “Las familias principales vivían alrededor de la plaza mayor, como en todo asentamiento hispano. La nueva ubicación ofrecía, además, algo que Ibatín ya no garantizaba: mayor seguridad frente a los ataques de pueblos originarios y la cercanía estratégica al río Salí”, relata.
Hoy, asueto administrativo: ¿cómo funcionarán los servicios en la Capital, en el Día de la Ciudad?Para Guerra, la identidad tucumana no se explica sin ambas fundaciones. Tanto Ibatín como La Toma forjaron la personalidad de la ciudad. La resistencia, la lucha y la búsqueda de oportunidades marcaron a fuego lo que ella llama la tucumanidad. “Cada etapa fue dejando huellas en la manera en que la ciudad se fue pensando a sí misma, primero como enclave colonial, luego como escenario central de la Revolución y la Independencia. Y hoy, 340 años después, esas huellas siguen vivas en la memoria y en las calles de San Miguel de Tucumán”, sentencia.
Con esta mirada al pasado, ¿qué anhelan los jóvenes del futuro de la ciudad que habitan?
1- Recuperar el respeto por el espacio público
Jeremías Lazarte, estudiante de 18 años, considera que el problema de San Miguel de Tucumán no es tanto la infraestructura sino la forma en que los vecinos la usan. En opinión de él, el verdadero cambio debe comenzar por el comportamiento de la gente: dejar de ensuciar plazas, respetar los espacios verdes y cuidar lo que ya está remodelado.
“Las plazas están lindas, los bares funcionan; pero si la gente sigue tirando basura, descuidando las calles y dejando casas abandonadas, el progreso no se nota”, reflexiona. Su propuesta no es solo de obras, sino de un cambio cultural que fomente mayor conciencia ciudadana.
2- Hacer de la seguridad una prioridad real
Para la estudiante de 21 años Lourdes Honorato la inseguridad es el principal obstáculo para disfrutar de la ciudad. Ella describe que caminar por las calles, volver en taxi o manejar de noche se vive con miedo y con estrategias de autoprotección permanentes. “Mi pedido es claro, tener un sistema de seguridad más eficiente y confiable que permita salir sin estar pensando en el peligro”. Además, la joven propone que los planes de obras lleguen a más barrios, no solo al centro, para que el desarrollo se sienta en cada punto de la capital.
3- Modernización de calles y servicios básicos
Santiago Franco, politólogo de 24 años, pone el foco en el estado de las calles y la infraestructura básica. Para él, es urgente una modernización integral que repare baches, termine con los desbordes de cloacas y erradique los basurales que persisten en varios puntos de la ciudad.
“Hay belleza en las fachadas históricas y en el arbolado, pero si las calles siguen rotas, esa imagen se arruina”, señala. Su mirada apunta a una ciudad que acompañe su valor patrimonial con servicios en buen estado.
4- Importante: conectividad y deporte como motor de cambio
Josefina Vargas, abogada de 25 años, propone que San Miguel de Tucumán invierta en más infraestructura para el deporte y la vida activa.
“Yo creo que hay potencial para convertir la ciudad en un polo de turismo deportivo, con circuitos para correr, andar en bici y conectar el microcentro con parques y plazas”, indica. Esto no solo promovería el bienestar físico sino que también ayudaría a descongestionar el tránsito, incentivando una movilidad más saludable y sustentable.
5- Otra clave: erradicar la basura en zonas no intervenidas
Ignacio Flores tiene 16 años, estudia en una escuela secundaria céntrica y destaca que, aunque la ciudad tiene espacios verdes hermosos, hay otras zonas descuidadas donde la basura arruina el paisaje urbano.
“Estas áreas deben ser limpiadas y mantenidas de manera constante”, dice. El adolescente considera que una ciudad limpia refleja respeto por el lugar y mejora la calidad de vida de quienes la habitan.
6- Controlar la contaminación y mejorar el alumbrado público
Priscila Ponce, estudiante de 18 años, sueño con un mayor cuidado de los espacios verdes. “Se necesita un mejor mantenimiento de calles y control de la contaminación”, señala.
Además, reclama más seguridad en horarios nocturnos, sugiriendo que un mejor alumbrado público y mayor presencia policial ayudarían a que las plazas y parques sean disfrutables, incluso de noche.
7- Más ciclovías y rutas para el deporte al aire libre
Braian Díaz tiene 24 años y, como la mayoría de los entrevistados, celebra la belleza que los lapachos le dan a la ciudad, pero mira hacia adelante proponiendo un plan de ciclovías que conecte el centro con sitios como El Cadillal. “Mi idea es que quienes hacen ciclismo o running tengan rutas seguras y bien demarcadas. Esto fomentaría hábitos saludables y ayudaría a reducir el tráfico, haciendo que la ciudad sea menos caótica”, afirma.
8- Algo fundamental: la recuperación de espacios verdes perdidos
Fiorella González Ruiz de 18 años, observa que los espacios verdes se han reducido con el tiempo y pide que se recuperen o se creen nuevos pulmones en la ciudad. Además, considera urgente mejorar el sistema de seguridad para que esos lugares puedan disfrutarse sin temor. “Para mi, con más parques y plazas en buen estado significaría más oportunidades de encuentro comunitario”, reflexiona.
9- Un tránsito ordenado, que permita moverse por las calles sin estrés
Agustina Hernández pone el foco en la movilidad urbana. Aunque valora que se conserven edificios históricos como la Casa de Gobierno o el Correo, cree que el servicio de transporte público necesita una reforma profunda para ser más eficiente y seguro. “Mi planteo es que el tránsito sea más ordenado para que moverse por la ciudad no sea una experiencia estresante”, sugiere la estudiante universitaria.
10- Fomentar las buenas costumbres y la educación ciudadana
Facundo Castellano, de 21 años, resume su propuesta en un cambio cultural: mantener las buenas costumbres que hacen de Tucumán un lugar especial, como su gastronomía y tradiciones, pero erradicar las malas, como descuidar el patrimonio y contaminar.
“Yo propongo que se promuevan campañas de concientización para que los ciudadanos valoren los espacios comunes y participen activamente en el cuidado de la ciudad”, comenta.
San Miguel Arcángel, santo patrono de la Capital: un ser divino que cuida San Miguel de Tucumán
En este 29 de septiembre también se celebra el Día de San Miguel Arcángel, santo patrono de la Capital de Tucumán, uno de los siete arcángeles de la Iglesia Católica.
Su nombre que significa “¿Quién es como Dios?”, se remonta al Antiguo Testamento y es reconocido en el judaísmo, en el cristianismo y en el islam como el líder de los ejércitos celestiales que luchan contra Satanás y contra las fuerzas del mal.
Se le asocia con la defensa del pueblo de Dios, la guía del pueblo de Israel y la expulsión de Lucifer del cielo.
Por otro lado se le atribuyen apariciones milagrosas y su representación en el arte lo muestra como un guerrero con espada, escudo y una balanza, simbolizando la justicia y la victoria del bien.
En el arte, San Miguel es representado como un guerrero angélico con armadura, espada y escudo. A menudo se le muestra parado sobre un dragón o Satanás, y también sostiene una balanza para pesar las almas de los difuntos, simbolizando la justicia divina. Su historia es rica en simbolismo y significado espiritual, y es venerado por muchas personas en todo el mundo por su protección y defensa contra las fuerzas del mal.