El empate entre San Martín y Quilmes en La Ciudadela se vivió en un contexto cargado de tensión que desbordó lo estrictamente futbolístico. La previa y el después del encuentro quedaron atravesados por un fuerte operativo policial, con detenciones y controles, además de la búsqueda de prófugos vinculados al clan Ale. El resultado deportivo, lejos de calmar los ánimos, terminó por encender la bronca de los hinchas, que descargaron su malestar contra la dirigencia y los jugadores.
Durante la tarde, el barrio se convirtió en escenario de un despliegue inusual de uniformados. Camionetas de Infantería, móviles de la Brigada y patrulleros bloquearon el ingreso al estadio. Varias personas fueron obligadas a colocarse contra las paredes con los brazos en alto mientras eran requisadas; algunas terminaron esposadas y trasladadas en vehículos oficiales. Según explicó Miguel Carabajal, jefe de la Dirección General de Investigaciones, el operativo se vinculó directamente con la investigación en curso sobre Facundo Ale y otros prófugos, en el marco de una causa judicial que había generado en los últimos días numerosos allanamientos en distintos puntos de la provincia.
En paralelo, se conoció que los defensores de Facundo Ale, Agustín Monteros y Ricardo Fanlo, analizaban la posibilidad de presentarlo en los próximos días ante la Justicia, aunque supeditado a que se le asegure un arresto seguro para resguardar su integridad física. La situación se complejizó porque hay otros integrantes del clan con detenciones recientes, como el caso de Julio César Ale quien fue aprehendido en el domicilio de Adolfo Ángel “Mono” Ale, por resistencia a la autoridad y una causa por un tiroteo ocurrido en Tafí Viejo, respectivamente.
La escena se asemejaba a un allanamiento: filas de personas bajo vigilancia, efectivos revisando viviendas y un ambiente de incertidumbre sobre lo que realmente estaba ocurriendo. La versión que circulaba era que se trataba de un procedimiento relacionado con la barra brava, aunque oficialmente no se dieron mayores precisiones.
La tensión en la calle se trasladó a las tribunas. San Martín necesitaba ganar para afianzar su clasificación al Reducido, pero no pasó del empate contra un Quilmes que aprovechó cada demora para enfriar el partido. El gol visitante fue un baldazo de agua fría, y aunque el “Santo” alcanzó la igualdad, la sensación final fue de frustración. El murmullo se transformó en reproches y los cánticos apuntaron directamente hacia la dirigencia y el plantel profesional.
En ese clima, la desconcentración del estadio estuvo lejos de ser tranquila. Familiares de los jugadores intentaron rápidamente subir al ómnibus oficial, resguardados por un cordón policial que buscó evitar enfrentamientos.
Así fue el cierre de la jornada
Varios futbolistas intentaron retirarse en sus vehículos particulares, pero la fuerza de seguridad les ordenó regresar a los vestuarios y esperar. Sólo cuando los alrededores de La Ciudadela recuperaron cierta calma se autorizó la salida del plantel.
La jornada dejó imágenes que reflejan el doble frente de conflictividad que atraviesa San Martín en este momento: por un lado, el peso de investigaciones judiciales que salpican a La Ciudadela y que derivan en operativos alrededor de su propio estadio; por otro, el descontento de una hinchada que siente que el equipo perdió contundencia en el tramo decisivo del torneo.