Las piernas cruzadas, las manos que jamás dejarán de moverse ni de entrelazarse. Natalio Botana, un orador de la vieja y sabia escuela, va al hueso de la realidad política con elegancia, lo que no implica tibieza. Hay temas que lo preocupan, otros lo obsesionan. El auditorio del Hilton sigue sus argumentaciones con absoluta concentración, más allá de alguno que otro pitido inoportuno de los celulares. Contar en Tucumán con uno de los politólogos/historiadores más lúcidos de la Argentina siempre será un lujo. Mientras, Botana hace lo que se espera de él: ayuda a pensar.

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LA GACETA y la Fundación Federalismo y Libertad se unieron para organizar esta visita, que siempre será cálida tratándose del encuentro entre Botana y la provincia. “Tucumán está muy cerca de mi corazón por las raíces tucumanas de mi mujer -advierte-. Y en segundo lugar, siento un placer inmenso porque el diario es un amigo entrañable que me acompaña desde hace muchos años. Vengo de una familia de periodistas, mi nombre me delata, y siempre me emocionó el suplemento literario de LA GACETA, que es uno de los más notables del país. Felizmente lo conserva y eso es un ejemplo”. Fue justamente el presidente del Directorio de LA GACETA, Daniel Dessein, quien lo acompañó y, juntos, se sumergieron en la cuestión que todos esperaban. “La Argentina que viene”, se titula el ciclo, y sobre eso hay mucho para decir.

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Botana va armando su mapa analítico como un puzzle. Las primeras piezas son históricas, porque allí radican las bases que permiten comprender el presente. Luego va encastrando el contexto internacional, para rematar con los efectos de ese armado -lo que pasó, lo que está pasando fronteras afuera- en la Argentina de todos los días. Y antes de meterse en la matriz de la política, abre un escenario totalizador al subrayar: “vivimos una mutación científico-tecnológica cuyas consecuencias son impredecibles”.

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Este cambio, apunta Botana, se viene preparando desde hace tres o cuatro décadas y se basa en tres fenómenos: lo digital, lo robótico y la inteligencia artificial. “Este último plantea interrogantes gigantescos”, desliza. A su vez, la mutación científico-tecnológica es heredera de las tres revoluciones industriales que marcaron la modernidad. La primera -la civilización del ferrocarril, del frigorífico y de la exportación a través de los barcos de vapor- coincidió con un momento de gran expansión argentina, desde 1862 hasta la crisis de 1930.

VIDEO. Reviví la conferencia de Natalio Botana en Tucumán: “La Argentina que viene”

La segunda se desarrolló después de la Primera Guerra Mundial, con la combustión, el dínamo y los diarios de masas. “En Argentina, La Prensa o Crítica vendían 300 o 400.000 ejemplares diarios”, recordó. Tras la Segunda Guerra Mundial llegó el auge de la radio y de la televisión, fenómenos comunicacionales que marcaron el siglo XX. La tercera revolución industrial se expresa en la era digital y en la IA. Y su impacto, según Botana, ya se siente en la política.

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¿Cómo es esto? “La primera revolución industrial coincidió con una transformación colosal del país que asombró al mundo. El segundo gran salto fue en torno al Centenario de 1910, cuando Sáenz Peña impulsó la gran reforma electoral. De allí emergieron la democracia de masas y el sistema de partidos, que tuvo su culminación en las décadas de 1950 a 1980”, repasó.

Hoy, en cambio, la mutación científico-tecnológica provocó un estallido de la representación política. Botana lo ejemplificó con la llegada de Javier Milei a la presidencia en 2023. “¿Quién hubiera imaginado en 2022 que un año después Milei iba a obtener la presidencia con el 53% de los votos? Yo personalmente no lo imaginé”, admitió.

El cambio, agregó, radica en que la mediación ya no la ejercen los partidos, sino los individuos a través del celular: “lo que tenemos hoy es un fenómeno de autorrepresentación. El teléfono va a terminar siendo el dueño de la situación porque cada vez incorpora más mecanismos”.

Ahora bien, sobre si estos outsiders de la política llegaron para quedarse, Botana se mostró cauto. “No estoy seguro, porque la característica de esta mutación es la vertiginosidad -sostiene-. Claro que puedo equivocarme por segunda vez, como me equivoqué al vaticinar que Milei no tendría tanto apoyo electoral”.

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Hablando de esos temas que lo preocupan, Botana planteó una paradoja inquietante: mientras la tecnología avanza hacia arriba, la política retrocede hacia lógicas primitivas. “Hay un problema que me obsesiona: las guerras y la violencia. Putin, los terroristas de Gaza o el Estado de Israel están reaccionando en términos geopolíticos como en los siglos XIX y XX. Recordemos las pruebas pavorosas de la Segunda Guerra Mundial, que empezó con tanques en Francia y terminó con dos bombas nucleares”.

Capacidad

El ser humano, reflexionó, tiene una enorme capacidad para acumular transformación científico-tecnológica y una extraordinaria incapacidad para lograr que el desarrollo político corra en paralelo.

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Era tiempo de incursionar por la coyuntura argentina. Desde sus impecables 87 años, con tanta historia vivida y tanto mundo recorrido, Botana advierte un patrón que viene marcando la política nacional desde los tiempos de Julio Argentino Roca. La tentación de construir un poder hegemónico es evidente en la praxis de los hermanos Milei. Lo explicará en detalle.

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Natalio Botana: "La corrupción brota de las entrañas de la sociedad argentina"

Claro, Botana acepta que el Presidente introdujo un elemento disruptivo: el orden fiscal. “Es un éxito. Pero al mismo tiempo uno observa cómo desde el palacio ese triángulo de hierro del que tanto se habla -aunque me parece que está oxidado- repite una historia antigua: la creación de un partido político desde el Estado y a costa de dividir a los partidos históricos -enfatiza-. Lo hizo Roca, lo hizo Agustín P. Justo, lo hizo Perón y lo hizo Néstor Kirchner”.

El resultado, según explicó, es la ruptura de ese espíritu de coalición que se logra por medio de dos conceptos muy devaluados hoy: la negociación y el consenso. Botana critica que, mientras el Presidente dice estar contra el partido del Estado, al mismo tiempo crea uno propio. Y después está la economía, por supuesto.

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Botana cuestionó la falta de integralidad de la política económica. “El plan está exclusivamente anclado al orden fiscal. Pero, ¿dónde está la política cambiaria? ¿Dónde la de exportación? ¿Dónde la fiscal que no se relaciona sólo con el déficit? Necesitamos una reforma impositiva: no es posible seguir con esta maraña de impuestos que no financia a un Estado desarticulado”. El diagnóstico es severo. Décadas de crisis generaron un país dual, innovador en sectores de punta pero atravesado por la pobreza y la indigencia.

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Siempre se espera de un politólogo que aporte miradas profundas y, en lo posible, que indique caminos virtuosos. Para Botana, la clave está en recuperar un espíritu asociativo en la política. “No es posible que hayan sido insultados partidos que le dieron apoyo al Gobierno y le permitieron éxitos parlamentarios en 2024. ¿Por qué pasó esto? Porque hay una inclinación hegemónica muy fuerte”, puntaliza.

Esa tendencia a la hegemonía se inscribe en una dinámica global de polarización. “El medio, que es el factor de equilibrio de las democracias, está pulverizado o convertido en un laberinto de facciones. Las encuestas muestran que los dos extremos -La Libertad Avanza y el peronismo en sentido amplio- concentran alrededor del 75% de la intención de voto”.

Entonces, la pregunta es cómo reconstruir un centro. “Lo importante es que los partidos tengan un comportamiento de centralidad, que esos extremos encuentren áreas de consenso posible -destaca-. Costará mucho, pero Argentina tiene una capacidad latente de innovación que puede ser brillante. Mi llamado es fuerte a favor de practicar nuevamente el espíritu de asociación y la inteligencia del consenso”.

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Al proyectar el futuro inmediato, Botana distinguió los escenarios. Uno es que las encuestas se equivoquen y que, en las elecciones de medio término, se luzcan las provincias y surja una dispersión. Otro gran tema es el futuro del peronismo, el partido -según él- con mayor capacidad de transformación en la Argentina: “la primera fue con Perón abrazando a Balbín en los años 70. La segunda, con Menem y el programa de privatizaciones. La tercera, con el giro a la izquierda del kirchnerismo. El gran interrogante es cuál será la próxima transformación”.

Y en clave electoral, pero sobre todo de fondo, señaló un problema estructural: la inviabilidad de la provincia de Buenos Aires. “Ni siquiera está gobernada por bonaerenses -sostiene-. El desequilibrio demográfico del conurbano es atroz: ocho millones de habitantes apiñados y una diferencia de clases brutal”.

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Vale la pena detenerse en el cierre de la charla, porque tuvo tanto de vaticinio como de consejo:

“¿Qué pide el Fondo Monetario Internacional? Estabilidad. Si no se logra un mínimo de consenso en la política argentina, no diría de largo plazo, pero por lo menos de mediano plazo, unos 10 años, no salimos. No salimos porque la intencionalidad hegemónica tarde o temprano fracasa, y como escribí una vez, la Argentina es un cementerio de hegemonías”.

Premio LA GACETA: reconocimiento a una trayectoria brillante

“Por su aporte invalorable para entender nuestro pasado y nuestro presente”, expresa la fundamentación del premio que LA GACETA le entregó a Natalio Botana. Lo recibió de manos del presidente del Directorio de nuestro diario, Daniel Dessein, momentos antes del inicio de la charla en el Hotel Hilton. Botana (Buenos Aires, 2 de abril de 1937) es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, historiador (Miembro de Número y ex presidente de la Academia Nacional), docente y escritor; a lo largo de su extensa carrera fue merecedor de toda clase de premios y distinciones.