En 2016, mientras en Buenos Aires el concepto de coworking todavía sonaba a rareza importada de Silicon Valley, Tamara Giménez, una joven abogada, apostó a un modelo de trabajo que pocos entendían. Lo que empezó como un experimento con dos oficinas vacías dentro de su estudio jurídico terminó transformándose en una empresa que hoy factura más de US$ 2,5 millones anuales, administra 15.000 metros cuadrados de oficinas y se prepara para expandirse por la región bajo un sistema de franquicias.

Su creación, TeamWorks, se consolidó como una de las firmas de referencia en el mercado de oficinas flexibles. Con tres sedes activas en el microcentro porteño, la compañía combina diseño, tecnología y hospitalidad corporativa en un formato pensado tanto para grandes empresas como para startups y profesionales independientes.

“El espacio de trabajo es parte del salario emocional. No alcanza con pagar bien: las personas buscan lugares donde quieran estar”, explicó Giménez, que transformó esa idea en el corazón de su modelo de negocio, en una entrevista con Forbes.

Crecer sin deuda y con una idea simple

El camino no fue lineal. El primer intento fue modesto y no tuvo gran éxito, pero le permitió detectar una oportunidad. Poco después, Giménez y sus socios ampliaron el proyecto a 150 m², y en apenas unos meses duplicaron el espacio. En 2019, con la apertura de TeamWorks Maipú, dieron su gran salto: 4.000 m² en un sólo movimiento.

UNA VISIONARIA. Tamara Giménez fundó TeamWorks cuando el coworking era una rareza. / FORBES

La pandemia golpeó fuerte, pero su respuesta fue inmediata: ofrecer descuentos del 50% para ayudar a los clientes a sostenerse. Esa decisión, dice, fue clave para fidelizar y salir fortalecidos. Para 2021, la empresa ya había recuperado e incluso superado su nivel previo al aislamiento. Desde entonces, no paró de crecer.

Su modelo rompe con las reglas tradicionales de las startups: sin rondas de inversión, sin deuda y sin capital externo. En cambio, se apoya en un esquema de revenue share con los dueños de edificios, basado en la confianza y en una gestión austera. “El diferencial no fue el dinero invertido, sino la prolijidad y la constancia”, afirma la CEO, que durante años trabajó sin sueldo para sostener la expansión.

Con una ocupación del 90% y una tasa de renovación superior al 95%, TeamWorks combina pisos exclusivos para corporaciones, oficinas llave en mano, membresías individuales y espacios comunes de alta gama. Su clientela incluye multinacionales, pymes y startups que buscan profesionalismo sin asumir grandes costos iniciales.

El equipo funciona

A diferencia de gigantes globales, Giménez eligió un camino distinto. “Queremos ser socios estratégicos de las empresas, no sólo proveedores de espacio. Diseñamos soluciones a medida y acompañamos a cada cliente”, explica.

Para Giménez, el secreto de su éxito está tanto en la estrategia como en la empatía. “A las mujeres nos cuesta reconocernos en nuestros logros. Yo aprendí a ser protagonista de mi propia historia”, afirma.

Este año, la compañía planea abrir nuevas sedes en Buenos Aires y el interior del país, mientras avanza con proyectos en Uruguay y Chile. En 2026, lanzará su modelo de franquicias, con la meta de duplicar su presencia local y dar el salto regional.

El nombre de la marca nació casi por casualidad. “Lo creamos con mi socio, Nick. Era una forma de decir team works: el equipo funciona. Después entendimos que también significaba teamwork, trabajo en equipo, que es la base de todo”, cuenta.

Ese espíritu sigue guiando el rumbo de la compañía. En tiempos de cambios laborales y nuevas formas de productividad, TeamWorks demuestra que la innovación también puede surgir desde la Argentina, con una mirada que equilibra negocio, cercanía y bienestar. “Nuestro desafío ahora es escalar sin perder lo que nos diferencia: la calidad del servicio y la relación con las personas”, resume Giménez en su diálogo con Forbes.