Dra. Olga Paterlini de koch
Instituto de Historia y patrimonio FAU-UNT
Falleció ayer en nuestra ciudad la arquitecta Marta Beatriz Silva. Deseo recordarla como la persona que nos enriqueció durante décadas como profesora de Historia de la Arquitectura y miembro del Instituto de Historia y Patrimonio de la FAU de la UNT, así como Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. En estas dos actividades se vio reflejada su dedicación para expandir el conocimiento sobre el Patrimonio Cultural. Clases de grado y de posgrado, cursos, conferencias, trabajos de extensión y de investigación, le permitieron expresar su conocimiento. Acudíamos a Marta seguros de obtener notable certeza y precisión en la información que nos brindaba; esto nos permitía abrir nuevos caminos, pues nos entusiasmaba con su experiencia y explicaciones, lo que nos generaba una profunda admiración. Discípula de Alberto Nicolini, dedicó su vida académica al conocimiento del patrimonio del NOA, compromiso personal que adquirió cuando, al poco tiempo de haberse graduado como Arquitecta, viajó a México para realizar la Especialización en Restauración de bienes culturales inmuebles. Fue la primera docente con título de posgrado en temas de patrimonio cultural, formación que fue transmitiendo en cada uno de los desafíos académicos en los que tuvo protagonismo. Tal vez el más importante fue la Maestría en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericano, en el cual, como co-directora de Nicolini, se brindó completamente a la formación de jóvenes arquitectos que provenían de distintos lugares del país y del exterior, con quienes fue desarrollando una red entrañable de amistad y conocimiento.
Su trabajo en investigación abrió caminos de mucho interés, como la etapa colonial de las ciudades del NOA. Tucumán, Jujuy, Catamarca, Salta, fueron luego objeto de publicaciones prestigiosas. Cabe mencionar, por ejemplo, que fue Marta quien dibujó el primer plano de la ciudad de San Miguel de Tucumán en Ibatín y luego el de La Toma, a partir de la interpretación de documentos. Todos los trabajos en los que participó, adquirieron lucimiento especial al estar acompañados de sus delicados dibujos, en los que, apelando a distintas técnicas, dejaba plasmada su percepción del ambiente cultural. También la investigación del patrimonio inmueble adquirió notable valoración a través de sus investigaciones, como fue el caso del belga Alberto Pelsmaekers, autor de numerosos casos del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad. Los desafíos de Marta Silva se extendieron más allá de la actividad institucional universitaria, pues fue una defensora activa de casos de patrimonio en peligro. Al mismo tiempo desarrolló proyectos de restauración que nos permiten continuar disfrutando de nuestros bienes culturales, como es el caso del Centro Cultural Alberto Rougés, sede de la Fundación Miguel Lillo.
Marta Silva sembró mucho y de forma calificada, tanto en la docencia como en la investigación y en la extensión. Quienes integran hoy el Instituto de Historia y Patrimonio la han disfrutado como persona generosa, cálida, entusiasta; ha dejado preciosos testimonios de su actuación que seguirán iluminando el camino de la historia de la arquitectura.
Vaya para ella nuestro más sincero y profundo agradecimiento.