Un sector se destaca en un país con desempleo juvenil alto y salarios bajos. Se trata de las ingenierías, que viven un momento de empleo pleno y buenos ingresos, en gran medida porque cada año se gradúan menos profesionales que los que el mercado necesita.

Según datos del Centro Argentino de Ingenieros (CAI), el país cuenta con unos 125.000 ingenieros activos y se reciben cerca de 6.000 por año, cuando la industria requiere al menos 15.000 nuevos graduados anuales para sostener su crecimiento. La proporción habla por sí sola: hay un ingeniero cada 6.600 habitantes, mientras que en Brasil hay uno cada 6.000 y en China, uno cada 2.000.

Carreras largas y pocas vocaciones

¿Por qué faltan ingenieros si hay tanta demanda? La extensión y la exigencia académica de las carreras desaniman a muchos estudiantes, junto con la percepción de que se trata de un campo con menos flexibilidad laboral. Además, muchos alumnos de Ingeniería empiezan a trabajar antes de recibirse, lo que retrasa o interrumpe su formación.

Entre las especialidades más demandadas se destacan:

- Ingeniería Industrial, por su versatilidad en áreas como operaciones, finanzas o tecnología.

- Mecánica y Electromecánica, clave para los sectores automotriz y energético.

- Sistemas y Software, cada vez más necesarios para la automatización.

- Química y Energías Renovables, vinculadas a la sustentabilidad y la innovación.

A futuro, se proyecta un fuerte crecimiento en Ingeniería en Automatización y Control, Mecatrónica, Inteligencia Artificial, Datos y Biomédica, especialidades que combinan tecnología, análisis y creatividad.

Sueldos y proyección

El panorama económico también es atractivo: un ingeniero con entre 2 y 5 años de experiencia gana en promedio más de $ 2.500.000 mensuales brutos, según el informe Tendencias & Salarios - Mercado Industrial 2025 de Numan, una compañía de reclutamiento especializada. En puestos gerenciales o de dirección, las cifras pueden superar los $ 10 millones mensuales.

Los profesionales argentinos se destacan por su adaptabilidad, pensamiento crítico y creatividad. Esa combinación, nacida en contextos económicos inestables, los convierte en perfiles muy valorados a nivel internacional, especialmente en industrias tecnológicas y de innovación.

Cómo cerrar la brecha

Para revertir la escasez, especialistas proponen un plan coordinado entre el sector público, privado y académico. El objetivo: impulsar vocaciones tempranas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM es la sigla en inglés), y acercar la educación a las necesidades reales del mercado laboral.

Al mismo tiempo, los jóvenes que elijan estas carreras deberán apostar al aprendizaje continuo; dominar herramientas digitales y fortalecer sus habilidades blandas, como la comunicación, la resiliencia y la adaptabilidad, todas destrezas claves para destacarse en un mercado cada vez más competitivo.

En tiempos de incertidumbre, la Ingeniería sigue siendo una opción firme: una profesión con impacto, futuro y la capacidad de transformar al país desde su base productiva.