A las 10 de la mañana, un fresco suave envolvía la Escuela Secundaria Rincón del Este, de la ciudad de Alderetes, mientras los primeros votantes jóvenes se acercaban a las puertas del establecimiento. La luz del día iluminaba tenuemente los pasillos: sólo hacia el mediodía apareció un rayo de sol que calentaba el ambiente. En las mesas, algunas filas avanzaban más rápido que otras. Las conversaciones giraban alrededor de la nueva forma de votar con la Boleta Única Papel (BUP). Pero también se hablaba de otra novedad: la cabina de votación que sustituía al tradicional cuarto oscuro.
En la Argentina el voto secreto tiene su origen en la Ley Sáenz Peña de 1912. Desde entonces, proteger la privacidad de los electores se convirtió en un pilar de la democracia, aunque los métodos cambiaron con los años. Este 26 de octubre de 2025 el secreto depende de un simple biombo de cartón que está ubicado en el mismo espacio asignado a los fiscales de los frentes y partidos, y autoridades de mesa. ¿Funcionó o no la nueva experiencia de privacidad? LA GACETA formuló esta pregunta a jóvenes que habían probado también el cuarto oscuro anterior.
“Antes había problemas" o "podía ser intimidante”
La cabina no pasó inadvertida para Lucas Maximiliano Quiroga, de 22 años y estudiante de la carrera de Contador Público, quien dijo: “antes siempre había problemas con las boletas, algunas faltaban y las autoridades tenían que reponerlas. Todo eso hacía que la votación fuera más lenta. Ahora es mucho mejor: hay un vínculo directo entre las autoridades y el votante, y eso disminuye la posibilidad de fraude”. Al ingresar al nuevo biombo, Lucas se sintió cómodo: “el cartón cubría bien, así que la experiencia fue positiva”. Ante la consulta, él respondió con seguridad que "prefería lo nuevo”.
En la misma línea, Camila Anahí Suárez, de 18 años y empleada en una clínica privada, destacó la practicidad del nuevo sistema: “antes podía ser intimidante entrar solo al cuarto oscuro. Ahora te explican cómo votar ahí nomás y todo se hace más fácil. Es mucho más práctico y recomendable”.
Karen Suárez, de 21 años y secretaria en la misma clínica en la que trabaja su hermana, también subrayó la agilidad: “puede haber demoras en la fila, pero, en general, avanza con rapidez. Antes tenías que buscar entre varias listas: ahora con la boleta única todo es más directo. El cartón te da privacidad y no intimida. Es cómodo”. Con sus aportes el panorama se aclaró aún más: el cuarto oscuro nuevo sigue sumando puntos, mientras que el antiguo tiene cero.
El voto queda resguardado
A unos metros de las jóvenes estaba Micaela Sosa, estudiante de Psicología de 22 años. Ella puso foco en la importancia de la ubicación y la disposición del biombo. “En algunas escuelas las ventanas no tienen cortina y eso puede afectar la intimidad del cuarto oscuro. Pero aquí estaba bien dispuesto: me sentí resguardada”, expresó.
El que caminó seguro hacia el tríptico de cartón fue Máximo Rivadeneira, de 20 años y estudiante de Ingeniería en Sistemas de Información. Para él, la rapidez del sistema actual fue un alivio. Sobre las diferencias manifestó: “antes todo era más lento: había que buscar boletas, y no siempre estaban disponibles. Ahora solo marcás y listo. Me gusta que haya más control y que los fiscales estén presentes: no me molestó para nada”.
Durante la mañana, los jóvenes pudieron ejercer un derecho que, aunque ya conocían, ahora se sentía completamente distinto. El sistema con boleta única y biombo agilizó la experiencia, combinó privacidad y control, y redujo los tiempos de espera, mientras la presencia de fiscales y autoridades de mesa transmitió orden y confianza. Aunque algunas escuelas podrían ajustar la disposición de los espacios para garantizar aún más intimidad, el “nuevo cuarto oscuro” se llevó todos los aplausos y la máxima puntuación, cinco sobre cinco, lo que dejó al sistema anterior en cero.
Y así, detrás de un simple biombo de cartón, los jóvenes tucumanos experimentaron de manera tangible el principio que la Ley Sáenz Peña consagró hace más de un siglo: el voto secreto´. Lo que antes parecía un ideal abstracto hoy se hace visible en cada cuarto oscuro, un recordatorio de que la historia democrática sigue presente en gestos sencillos, cotidianos y decisivos.