Los pesquisas que investigan el crimen del contador José Antonio Romano, con el correr de las horas, se aprestan a investigar el entorno cercano de la víctima. Cada vez son menos las dudas de que el profesional conocía al autor del hecho que, con la ayuda de otra persona, colocó su cuerpo en el freezer. Justamente, ese elemento transformó al caso como uno de los más macabros de los últimos tiempos.

El hombre de 52 años fue visto por última vez junto a un joven. Los dos ingresaron a la casa en la que Romano ocupaba ocasionalmente. Luego, según consta en el expediente, el desconocido se marchó en la camioneta del contador. Regresó después con un compañero que tampoco pudo ser identificado. Por último, ambos se marcharon en la VW Amarok del contador y la dejaron abandonada en un descampado del barrio Villanueva, de Aguilares.

Ayer, por pedido del fiscal Miguel Varela hizo un análisis en el interior del vehículo. Los peritos encontraron manchas de sangre en las puertas y los dominios del vehículo que habían arrancado los sospechosos. Hasta el momento, los investigadores no pudieron encontrar las llaves de la vivienda y el celular del contador.

Ese no es un dato menor para el fiscal Varela. Es un indicio más de los que viene reuniendo para sospechar que los homicidias conocían a la víctima. Entre otros, aparecen el conocimiento de cómo ingresar y salir de la vivienda; uno de ellos estaba acostumbrado a manejar la camioneta; y, por último sabía del funcionamiento del freezer, ya que lo habría puesto a la máxima potencia después de colocar allí el cuerpo.

Justamente, este detalle transformó a este caso en uno de los crímenes más macabros que se hayan registrado en la provincia, pero no el único.

“Lobo” Estequín, el descuartizador de la Quinta Agronómica 

Mató a su suegra y arrojó las partes de su cuerpo en distintas partes

El 26 de diciembre de 2003, Margarita del Valle Pereyra había decidido ir a visitar a su yerno, Mario Estequín. “El Lobo”, como lo llamaban, era personal no docente de la Universidad Nacional de Tucumán. Además de ordenanza, también se desempeñaba como sereno de la Quinta Agronómica y vivía en una casa de esa unidad académica reservada para alojar quien se encargaba de custodiar esos predios.

La mujer quería hablar de frente con él, convencerlo de que dejara en paz a su hija de 22 años, Marisol Chávez, quien había huido a Buenos Aires para escapar de los golpes que le propinaba. Esa fue la última vez que se supo de ella.

Los parientes de la mujer denunciaron el hecho el 4 de enero. La Policía comenzó a investigar y descubrió que Estequín podría estar vinculado al hecho. En su lugar de encierro, “El Lobo” terminó confesando lo que sucedió con su suegra. Relató que la había matado a golpes el mismo día que había desaparecido.

Esa noche, bajo una fuerte tormenta, la descuartizó en el fondo de su casa y luego arrojó su cuerpo en distintos predios de El Manantial y en Lules. En agosto de 2010 se inició el juicio en su contra. Durante el debate, él y su defensor Mario Leiva Haro plantearon diferentes teorías para tratar de demostrar su inocencia. Pero la estrategia no dio resultados y terminó siendo condenado a 20 años de prisión.

Mientras cumplía la pena, Estequín volvió con Marisol, cuyo testimonio fue clave para que se condenado. Al haber cumplido gran parte de la pena, ya está gozando de salidas transitorias.

El crimen de la contadora que conmocionó Barrio Norte

Una médica asesinó a su amiga e intentó descuartizarla

El 6 de febrero de 2007, la contadora Liliana del Valle Cruz avisó a sus compañeros de trabajo que iría a la farmacia que tenía su amiga, la médica María del Valle Dip en la avenida Avellaneda al 600. Pretendía reclamarle la enorme deuda que le había generado con las compras que hizo con una tarjeta que le sustrajo. Pero no se supo nada más de ella.

Al día siguiente, los policías encontraron su auto abandonado en una guardería. Los responsables de la playa de estacionamiento sólo pudieron asegurar que el vehículo era conducido por una mujer que no era la contadora.

El 8 de febrero, un hijo de Dip llamó a la Policía para avisar que algo malo había ocurrido en la farmacia. Al llegar al lugar, los policías descubrieron que la mujer estaba desmembrando el cuerpo de Cruz y colocándolos en cajas y bolsas de residuos. Con el correr de los días, se probó que antes de matarla, le había colocado un poderoso sedante.

Después de una serie de planteos procesales, la autora del crimen fue condenada a 12 años de prisión en un juicio abreviado.

Marcovich, el hombre que pretendió fingir su muerte 

Condenado a perpetua por el crimen de un linyera 

Carlos Marcovich, asfixiado por las deudas que tenía por mantener al menos tres relaciones sentimentales, decidió fingir su muerte para cobrar un seguro y huir de la provincia con una de sus amantes.

El 26 de abril de 2000, un llamado anónimo alertó a la Policía de un gravísimo hecho. En la ruta 305, que conduce a La Aguadita, encontraron un Renault 9 y los restos de un hombre que había sido quemado. El hallazgo generó un verdadero revuelo.

Los policías que llegaron al lugar encontraron un hombre que había sido calcinado la noche anterior, según los primeros informes periciales. Supuestamente, por los documentos que se encontraron en el lugar, se trataría de Marcovich, de 43 años, empleado del Siprosa y de una empresa de medicina prepaga y con domicilio en el populoso barrio de La Ciudadela. También, en su muñeca izquierda, los investigadores encontraron el reloj que supuestamente pertenecía a la víctima.

El 28 de abril, sin llamar la atención de nadie, el supuesto muerto despejó todas las dudas. Se paró en la puerta de la fiscalía y dijo: “Buenos días. Soy Marcovich. Quiero hablar con el fiscal (Héctor) Abraham Mussi”. Su presencia en la Justicia generó un enorme revuelo. Lo mismo sucedió con su declaración.

Con el correr de los días, se descubrió que el cuerpo era del linyera Juan Carlos Carrizo. La teoría de los investigadores fue que Marcovich trasladó mediante engaños a al hombre que vivía en situación de calle, lo mató y le prendió fuego para simular su muerte. Esa hipótesis se probó en un juicio y terminó recibiendo una condena a perpetua. El penado estuvo varios años prófugo hasta que fue detenido en Salta.

El caso del cuerpo escondido en una cisterna

Condenaron a un albañil que sabía de limpieza de tanques

Gabriel Picciuto fue vista por última vez en marzo de 2023. Nadie supo de ella hasta el 7 de mayo. Un obrero que realizaba remodelaciones en la casa ubica en Chacabuco 59 encontró su cuerpo oculto en la base de la cisterna.

Por el hecho fueron investigadas más de una decena de personas que vivían o tenían interés de vender esa casa. Sin embargo, sólo uno de ellos fue condenado: el cordobés Leonardo Salomón, que fue la última persona que estuvo una relación sentimental con la víctima, fue condenado a 15 años de prisión.

Según la teoría del fiscal Carlos Sale, el autor del crimen (que no fue considerado como un femicidio), mató de un golpe en la cabeza a Picciuto. Luego, envolvió con plástico y sábanas el cadáver y ocultó el cuerpo en la base de la cisterna. Por último, huyó de Tucumán y estuvo prófugo varias semanas.

Las autoridades lo encontraron en Córdoba. En esa provincia buscó trabajo como albañil y se ofrecía a limpiar tanques de agua.

El macabro fin que tuvo Luján en Río Seco

El acusado descuartizó el cuerpo de la niña y le prendió fuego

Luján Nieva (11 años) desapareció el domingo 25 de agosto en Río Seco. Sus familiares y habitantes de esa localidad ubicada al sur de la provincia, la buscaron desesperadamente durante 20 días.

La niña salió de su casa para hacer compras en un almacén cercano, ubicada en el barrio Virgen del Rosario. Al pasar por la vivienda de Mateo Walter Córdoba, el imputado la llamó a Luján y la mató con un golpe efectuado en la cabeza.

Luego, con el objetivo de ocultar el cuerpo, llevó los restos para la parte trasera de su domicilio, segmentó el cadáver y le prendió fuego. Al ver que no podía quemarlo en su totalidad, colocó las vísceras de la niña en un tacho para luego cubrirlas con tierra y una planta.

Los perros del vecindario desenterraron los restos de la pequeña y los esparcieron por las calles cercanas al domicilio del acusado. En la esquina, por ejemplo, los peritos encontraron el cráneo.

“El hecho es macabro. Se ataca el bien jurídico más preciado que es la vida de una niña. La actitud del imputado le da una connotación muy particular al hecho, por lo cual se espera una condena de las más gravosas que indica el Código Penal”, alegó el auxiliar Bernardo Sassi.

El trágico final del pequeño “Benja” 

El niño fue asesinado y enterrado en su casa de Atahona

“Benja” tenía tres años cuando su abuela se presentó ante la fiscala Mariana Rivadeneira para denunciar su desaparición. La investigadora sumó indicios sobre que algo malo le podría haber pasado al niño y, por una cuestión jurisdiccional, en febrero de 2024 le envió el caso a su par Miguel Varela.

El representante del Ministerio Público sospechó que sus padres Jorge Luis Lucero y Romina Vanesa Gutiérrez podrían estar implicados en su desaparición. Las sospechas terminaron confirmándose a fines de marzo de ese año.

Los restos de “Benja” fueron encontrados enterrados en un monte cercano a la humilde vivienda en la que habitaban. Eso fue suficiente para que se los acusara del filicidio y se les dictara la prisión preventiva a él por seis meses y a ella, por cuatro.

La auxiliar Emilia López Delgado  informó los avances de la investigación. Según la teoría del fiscal, entre julio y diciembre de 2023, la pareja estaba arreglando el techo de la vivienda con la colaboración de sus hijos. “En esas circunstancias, Lucero se enojó con el pequeño y, con claras intenciones de causarle la muerte, le pegó en la cabeza con un bloque de cemento que estaba utilizando para arreglar el techo, provocando que el niño se desvaneciera en el piso y falleciera minutos después”, relató.