Durante un mes, Marruecos ha sido escenario de una ola de protestas lideradas por jóvenes de la Generación Z. El movimiento, conocido como GenZ 212 (por el prefijo telefónico del país), tomó las calles y las redes para exigir mejores servicios públicos, más oportunidades y un freno a la corrupción. Pero la respuesta del Estado fue dura: 1.500 manifestantes procesados; 240 condenados, algunos con penas de hasta 15 años de prisión, y una represión que dejó tres jóvenes muertos y decenas de heridos.

Aun así, las concentraciones no desaparecieron, según informa la prensa que realiza la cobertura, entre ellas Associated Press. En Rabat, Casablanca y Tánger, pequeños grupos siguen levantando pancartas con un mensaje claro: “menos estadios, más hospitales”. El lema resume la crítica a un Gobierno que prioriza obras millonarias, como los recintos para el Mundial 2030, por encima de la educación y la salud pública.

Las protestas de Marruecos no son hechos aislados. Forman parte de lo que algunos medios internacionales, como The New York Times, definieron como una serie de “revoluciones contagiosas” protagonizadas por la Generación Z. En países tan distintos como Perú, Madagascar, Nepal, Kenia o Indonesia, los jóvenes se organizan de manera similar: sin líderes formales, con creatividad digital y un mismo mensaje de fondo: el hartazgo ante gobiernos que prometen progreso, pero repiten desigualdad.

RECLAMOS. El cartel dice ''Por lo menos el estadio de la FIFA tendrá un botiquín de primeros auxilios, nuestros hospitales no tienen''. / AP

Una generación organizada en TikTok y Discord

El movimiento GenZ 212, que se organiza mediante plataformas como TikTok y Discord, es el mayor estallido social de Marruecos en los últimos veinte años. Nació en septiembre, y se expandió con rapidez entre jóvenes que crecieron conectados a internet y que se manifiestan cansados de la desigualdad. Aunque las últimas marchas fueron más pequeñas, la presión social logró que el Ejecutivo anunciara un aumento del 16% en el presupuesto de sanidad y educación para 2026.

Desde el colectivo celebran ese avance, pero no bajan los brazos. “Nada tendrá valor si los detenidos de opinión siguen presos”, advirtieron en su último comunicado. Exigen también medidas concretas contra la corrupción y una Justicia más independiente.

Organizaciones como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) denunciaron detenciones arbitrarias y juicios exprés. Según la abogada y presidenta de la entidad, Suad Brahma, muchos arrestos se dieron sólo por convocar a marchas o publicar mensajes en redes sociales. Entre los 1.500 procesados, 330 son menores de edad.

REPRESIONES. A un mes de protestas, más de 1.500 jóvenes enfrentan procesos judiciales. / AP

Símbolos de la lucha

Mientras tanto, las historias personales revelan la magnitud del conflicto. Ayub M., un trabajador de imprenta de Rabat, fue detenido por estampar el logo de GenZ 212 en camisetas de fútbol. Aunque fue liberado, volvió a prisión tras ser acusado de “cometer delitos por medio de anuncios públicos”, un cargo que podría llevarlo hasta cinco años tras las rejas.

En las manifestaciones, ondea una bandera con una calavera y un sombrero de paja, inspirada en el manga japonés One Piece. El símbolo, adoptado por jóvenes de distintos países, refleja un sentimiento compartido: rebeldía, inconformismo y búsqueda de libertad.

Aun con miedo y desgaste, los jóvenes de Marruecos no bajan la voz. Su reclamo ya logró mover al poder. Y aunque el futuro es incierto, dejaron en claro que su generación no quiere mirar hacia otro lado.